Texto

18.feb.2019

El smog de Monterrey

“El Sol de Monterrey” ya no resplandece, está tapado por una nata de partículas tóxicas. Mientras la ciudad se sigue sumergiendo en un peligroso cóctel, nos pareció necesario adaptar el poema de Alfonso Reyes a los nuevos tiempos.

POR Luis Mendoza Ovando / Lectura de 14 min.

“El Sol de Monterrey” ya no resplandece, está tapado por una nata de partículas tóxicas. Mientras la ciudad se sigue sumergiendo en un peligroso cóctel, nos pareció necesario adaptar el poema de Alfonso Reyes a los nuevos tiempos.

Lectura de 14 min.

No cabe duda: de niño,
a mí me seguía el sol el smog.

Andaba detrás de mí Cubría todo de mí
como perrito faldero; un manto negro
despeinado y dulce, manchado de mugre,
claro y amarillo: opaco y percudido:
ese sol con sueño ese smog con dueño
que sigue a los niños.

Saltaba de patio en patio, Salía de CEMEX y del carro,
se revolcaba en mi alcoba y hacía del Estado su alcoba.
Aún creo que algunas veces Aunque lo denunciaban a veces
lo espantaban con la escoba. tenía compradas a las personas.

Y a la mañana siguiente Vinieron gobiernos siguientes
ya estaba otra vez conmigo y pasaba otra vez los mismo
despeinado y dulce, amañados e impunes,
claro y amarillo: opacos y cínicos:
ese sol con sueño ese smog con dueño
que sigue a los niños. persigue a los niños.

(El fuego de mayo (Y fue tanto el descaro
me armó caballero: que me cansé de verlo:
yo era el Niño Andante, dicen que el aire no es el de antes
y el sol, mi escudero.) pero ellos lo hicieron vertedero).

Todo el cielo era de añil; ahora es gris;
toda la casa, de oro. ¿la culpa?, siempre del otro.
¡Cuánto sol se me metía por los ojos!
¡Cuánto smog respiramos por tontos!
Mar adentro de la frente, Mas habemos algunas gentes
a donde quiera que voy, que tapamos con un dedo el sol,
aunque haya nubes cerradas, aunque haya evidencia clara
¡oh, cuánto me pesa el sol! ¡oh, cuánto queremos tener razón!

Foto tomada por Daniel Guzmán

¡Oh, cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol esta eterna discusión
que viaja conmigo! que acaba en lo mismo!

Yo no conocí en mi infancia mayor falacia
sombra, sino resolana. que la que es regiomontana.
Cada ventana era sol, Cada carro era objeto de amor,
cada cuarto era ventanas. cada regulación una amenaza.

Los corredores tendían Los gobiernos proponían
arcos de luz por la casa. verificación a rajatabla.
En los árboles ardían En los cochistas ardían
las ascuas de las naranjas, la indignación y la rabia
y la huerta en lumbre viva y la ciudad en mugre viva
se doraba. se asfixiaba.

Los pavos reales eran Los autos y empresas eran
parientes del sol. La garza causantes del smog. La farza
empezaba a llamear empezaba a llamar
a cada paso que daba. a cada excusa que se daba.

Y a mí el sol me desvestía Y ese smog nos desvestía
para pegarse conmigo, como una sociedad de mitos,
despeinado y dulce, quesque valientes y entrones,
claro y amarillo: pero en los hechos advenedizos:
ese sol con sueño ese smog sí tiene dueño
que sigue a los niños. es de ellos, tuyo y mío también.

Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato, con mi prisa y mi laptop,
le dije a mi corazón:
¡Ya llevas sol para rato! ¡El cielo es un asco!
Es tesoro Me culpo –y no se acaba,
no se me acaba– lo gasto. y me desgasto.
Traigo tanto sol smog adentro
que ya tanto sol respirar ya me cansa.
Yo no conocí en mi infancia mayor falacia
sombra, sino resolana. que la que es regiomontana.

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El smog de Monterrey

Escrito Por

Luis Mendoza Ovando

Fecha

18.feb.19

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