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25.nov.2019

El argüende sampetrino por los parques

Una superiniciativa municipal se enfrenta a una oposición vecinal intransigente. Y para no desentonar, de colofón un esbozo de desvarío contextual utópico-radical.

POR zertuche / Lectura de 24 min.

Una superiniciativa municipal se enfrenta a una oposición vecinal intransigente. Y para no desentonar, de colofón un esbozo de desvarío contextual utópico-radical.

Lectura de 24 min.

La actual administración del municipio de San Pedro Garza García, en Nuevo León, se ha fijado como misión «construir calidad de vida en el espacio público con la participación de la ciudadanía». Así lo firma el alcalde independiente, Miguel Treviño, en su primer informe de gobierno [PDF].

Con el eslogan y recurso narrativo de la superciudad y los superciudadanos, el municipio pretende legitimar, emocionar e involucrar a los sampetrinos en la construcción, mejoramiento y equipamiento de espacios públicos de calidad y “clase mundial”. Como legado se plantea la renovación de las Calzadas (con banquetas amplias y el soterramiento de cables), pero aún más ambiciosa resulta la apuesta de invertir en el rediseño sustancial o en la renovación total de cuatro parques categorizados como “emblemáticos”:

Parque Central en Fuentes del Valle
• Extensión: 12 hectáreas
• Inversión: 250 millones de pesos
• Diseño: Grupo de Diseño Urbano (GDU), de Mario Schjetnan

Parque Clouthier al poniente de la ciudad
• Extensión: 13 hectáreas
• Inversión: 200 millones de pesos
• Diseño: PV Paisajismo, de Ma. Teresa de la Garza

Parque Bosques en Bosques del Valle
• Extensión: 11.4 hectáreas
• Inversión: 122 millones de pesos
• Diseño: Prohabitat Naturaleza Urbana, de Diego González Alanís

Parque Mississippi en Centrito Valle
• Extensión: 1 hectárea
• Inversión: Alrededor de 20 millones de pesos
• Diseño: Diana Rodríguez y Juan Carlos de la Garza en colaboración con PV Paisajismo, de Ma. Teresa de la Garza (Nota: en una versión anterior de este artículo, se acreditó el diseño de manera incorrecta).

Aunque se describen como «icónicos» en el inventario de espacios públicos de San Pedro (junto a otros parques como Rufino Tamayo y Chipinque, éstos bajo otro modelo de gestión privado), no queda muy claro cuáles variables se tomaron en cuenta para categorizarlos como emblemáticos, pero suponemos que es una combinación de historia (Parque Mississippi), ubicación (Parque Central), tamaño (Parque Bosques) y deuda social (Parque Clouthier).

Inventario de espacios públicos de San Pedro.

Según los montos publicados en la prensa local, la inversión contemplada para el mejoramiento de los parques asciende a casi 600 millones de pesos: 250mdp para el Parque Central, 200mdp para el Parque Clouthier, 122mdp para Parque Bosques y alrededor de 20mdp que, en teoría, ya tenía asignados desde la administración anterior el Parque Mississippi.

Los diseños conceptuales y la información general de cada proyecto se ha compartido a vecinos en documentos PDF que refuerzan la estrategia de gobierno: se trata de superparques. Todo parece indicar que el Colegio de Arquitectos de Nuevo León ayudó con un filtro previo para la selección de las oficinas de arquitectura y/o paisaje contratadas. Aunque la información no es muy pública que digamos, se puede inferir que el Colegio concursó ⁠—¿algunos, todos?⁠— los anteproyectos de diseño, pero no queda claro si fue a través de una convocatoria abierta o por invitación selectiva. El ejercicio resulta interesante, sin embargo aún se puede hacer más por transparentar estos procesos.

→ (Ecotono Urbano participó en el concurso por invitación para el anteproyecto del Parque Central junto a Gaeta Springall Arquitectos, Iñaki Echeverría y el despacho ganador, GDU. Aquí se puede ver su propuesta. El diseño del Parque Clouthier se concursó abiertamente, por aquí se puede ver la propuesta que presentó PEW).

Las propuestas de diseño recogen las inquietudes y opiniones de los vecinos que asistieron a talleres de diseño participativo y otros mecanismos de participación. Pero a pesar del esfuerzo por involucrar a la ciudadanía, el llamado “municipio modelo” no es ajeno a la apatía, el argüende y, sobre todo, a la desinformación. Vale la pena recordar que hace unos meses Luis abordó el populismo fifí que hay detrás de ese énfasis de participación sampetrina; en resumen, un superintento que resultó superfrustrado.

Desde que se convocaron elecciones para renovar una buena cantidad de juntas de vecinos (y así poder activar Decide San Pedro, la plataforma para ejercer los presupuestos participativos del municipio), la oposición vecinal comenzó a elucubrar una serie de sospechas sobre las “verdaderas intenciones” de la administración municipal.

El sospechosismo se agravó en mayo con la sugerencia que hizo el alcalde en el Congreso Parques Monterrey-México 2019 en Cintermex:

→ “Que se encargue de la administración de los parques una empresa donde el municipio es accionista principal, pero hay todo un modelo de gestión para que el espacio, la biblioteca, el parque y los espacios deportivos estén bien mantenidos. Acá, hemos ido innovando en este tema, en San Pedro no tenemos un modelo de gestión que nos permita estar tranquilos de que el mantenimiento está resuelto, para mí es uno de los grandes retos (...) Probablemente vamos a llegar a una situación donde los parques serán manejados por entes descentralizados, sobre todo los parques de ciertas dimensiones, un poco al estilo como funciona en Estados Unidos. Un ente descentralizado que tiene ciertas facultades que permiten hacerse de más recursos, además de los recursos públicos, y estar exento de los ciclos políticos.”
— MIGUEL TREVIÑO, CITA SELECCIONADA POR REPORTE ÍNDIGO

La cita anterior es engañosa, pues la nota publicada en Reporte Índigo —con todo y una dramática ilustración de Treviño como “El Terrible”, extirpando un pedazo de tierra con parque— descontextualiza la intervención del alcalde en aquel Congreso (ver alrededor del minuto 26): al leer la cita «que se encargue de la administración de los parques una empresa», pareciera que el alcalde se refiere a una empresa privada, cuando por decisión u omisión editorial no incluyeron la parte inmediatamente anterior en donde hizo referencia a las empresas públicas de Medellín, en Colombia, encargadas de la gestión de sus parques.

Con la premisa de “piensa mal y acertarás”, algunos medios y agrupaciones vecinales se lanzaron a especular sobre una intentona de privatización del espacio público. Con verdades a medias y mucha ignorancia e intolerancia de por medio, el tema de la supuesta privatización de los parques ha radicalizado a un sector vecinal que expresa sus peores fobias ya no sólo en redes sociales y grupos de WhatsApp, ahora también lo hace a micrófono abierto.

¿Salvando a San Pedro?

La intransigencia vecinal sampetrina tiene como plataforma a Salvando San Pedro, una página de Facebook con más de 10 mil Likes que se atribuye la agrupación Comisión Mixta de Colonias (Commix). Desde hace por lo menos 4 o 5 años, la página se ha aprovechado de los nuevos hábitos de consumo mediático de lectores que depositan su confianza informativa en cualquier plataforma que se alinee y/o exacerbe su manera de pensar. La pérdida de confianza en la prensa y los medios de comunicación tradicionales es un fenómeno mundial, en este caso con repercusiones a nivel hiperlocal.

Si bien esta oposición vecinal se ha caracterizado por rechazar rotundamente la construcción de desarrollos inmobiliarios de usos mixtos, una plaga en San Pedro Garza García que debe detenerse, sus argumentos reflejan fobias que nada tienen que ver con la defensa de un desarrollo urbano responsable. La vida residencial que añoran está anclada a un clasismo y elitismo que separa a los sampetrinos del resto; es decir, el disfrute de los parques y las calles, efectivamente el espacio público, está reservado únicamente a ellas y ellos, propietarios “originales”. Quienes tengan apariencia “foránea” o diferente (una manera sutil de decir pobre), no sólo son vistos con desprecio o temor, incluso son reportados ante la autoridad por “actitudes sospechosas” (entre ellas, caminar o simplemente estar en “sus” calles y “sus” parques).

El contenido de Salvando San Pedro se centra en la denuncia, pero el estilo delirante de sus publicaciones tiende a desviarse hacia el amarillismo vecinal. A veces se hacen pasar como “reporteros ciudadanos”, pero les queda grande el disfraz. Creen que le están abriendo los ojos a los sampetrinos, cuando en realidad les susurran al oído ideas que “confirman” sus peores sospechas.

Que existan plataformas como ésta es una culpa compartida: por un lado, una ciudadanía profundamente clasista que se ha entregado por completo a las fake news (cadenas, imágenes, videos y memesen WhatsApp), a señores gritones fascisto-libertarios (ahí está el Congreso Nacional Ciudadano que encabeza Gilberto Lozano), a los fundamentalismos religiosos y/o de mercado, a una falsa y errónea idea de excepcionalidad sampetrina-regiomontana; por otro lado, una prensa local que rara vez ejerce el periodismo y que vende advertorials y congresos sobre “ciudad” a desarrolladoras inmobiliarias. El vacío que esto genera es muy fácil de llenar: basta con abrir una plataforma en cualquier red social, soltarse a decir lo que sea y abrir la caja de pandora de la sección de comentarios.

La “controversia” que generó la sugerencia del alcalde para explorar nuevos modelos de gestión en los parques, fue desatada por Salvando San Pedro (aunque es pertinente aclarar que esa sospecha también fue alimentada por la “evolución” del discurso del alcalde). La sospecha inicial la han ido tergiversando hasta hacerla parecer una alarma de proporciones nucleares: que la verdadera intención del municipio es privatizar los parques para acabar con la tranquilidad vecinal, que sólo es una maniobra a favor de los desarrollos verticales, que tienen comprado al alcalde, que con esto se abre la puerta al comercio y a la organización de eventos masivos para recaudar fondos que permitan el sostenimiento de los superparques

La bola de nieve comenzó a rodar cuando se dio a conocer que Grupo de Diseño Urbano (GDU), del paisajista Mario Schjetnan, estaría a cargo del diseño del Parque Central. ¿La razón? El antecedente de Schjetnan como arquitecto paisajista del premiado y cuestionado proyecto Parque La Mexicana, en la zona de Santa Fe, CDMX. Aunque la comparación es resultado de un complicado malabarismo (los parques en San Pedro existen desde hace décadas, La Mexicana es una creación reciente; la vocación del terreno en Santa Fe mutó, pues inicialmente fue considerado para la construcción de vivienda asequible, pero terminó por convertirse en un megaparque “moderno” gracias a la presión y el lobbying inmobiliario que alineó al exgobernador Miguel Ángel Mancera), lo cierto es que sí había —y sí hay— elementos para cuestionar la figura de los superparques sampetrinos. El problema es que ni la prensa local, ni las agrupaciones vecinales, ni la plataforma Salvando San Pedro han atinado en el cuestionamiento.

En cambio, la discusión se ha convertido en mero argüende. En la presentación del proyecto Parque Bosques la confusión llegó a tal extremo que ya no sólo salió a relucir el cobre, sino el litio de las peores fobias sampetrinas. Salvando San Pedro transmitió en vivo la sesión en Facebook y el tiro les salió por la culata, pues los vecinos opositores pensaron en voz alta, tomaron el micrófono y expusieron sus rasgos más intransigentes. Ese músculo intolerante y desinformado que tanto se había ejercitado en las publicaciones y los comentarios que se expresan en la plataforma, se mostró con mucho orgullo en aquella reunión entre autoridades del municipio (incluido el alcalde) y vecinos del sector de Bosques del Valle.

Dos ejemplos resultan ilustrativos de aquella reunión. Mientras el arquitecto Diego González Alanís (de Prohabitat Naturaleza Urbana) explicaba que la intervención del parque considera en su diseño cuestiones de accesibilidad universal, en la transmisión se puede escuchar la voz de una señora de la tercera edad que dice «no, no queremos accesibilidad universal», porque obviamente su clasismo le da para entender que “accesibilidad universal” significa que cualquier persona pueda usar “su” parque, cuando en realidad se trata de consideraciones de diseño que incluyen a personas con alguna discapacidad. El segundo ejemplo de plano tuvo un impacto semiviral, cuando una señora tuvo la osadía de aplicar un más que una pregunta, tengo un comentario incendiario al decir que «se mueve mucha gente que viene de Monterrey, mucho empleado de... de... doméstico, mozos, gente que pasea perros (...) me ha generado cierto miedo el venir a caminar aquí».

Tema aparte, el “periodismo” local. A El Horizonte no le quedó de otra más que tumbar esta “nota” de tres párrafos que llevaba por nombre «Señora de San Pedro le da miedo ir al parque porque hay gente de Monterrey», pues porque qué pena redactar y publicar cosas así.

El metacinismo de “Salvando San Pedro”: captura selectiva de imágenes para desinformar, sin crédito o link a este texto.

Lo peor es que esas actitudes tienen historia… y hasta oficial. Basta con escudriñar las actas de las sesiones en el Cabildo de San Pedro para llegar a la del 8 de marzo de 2011, cuando el entonces alcalde, Mauricio Fernández, contó una anécdota casual pero trascendental en la configuración espacial actual del municipio. Mientras se discutía una propuesta del alcalde para cambiar la nomenclatura de un centro comunitario y una casa de cultura en la zona de San Pedro 400 (la intención era cambiarles el nombre a “Biblioteca y Plaza Cívica Lic. Jorge A. Treviño”, y “Plaza Cívica Lic. Carlos Salinas de Gortari”), Fernández comentó lo siguiente:

→ “Cuando a mí me tocó ser Alcalde (1989-1991), se hicieron cosas trascendentales por lo que es hoy por hoy la calidad de vida que tiene San Pedro Garza García y sin duda estos dos personajes (Jorge A. Treviño, exgobernador de Nuevo León; Carlos Salinas, expresidente de México) tuvieron muchísimo que ver para lo que hoy por hoy es nuestro Municipio. El caso de Jorge Treviño, me dieron todas las hectáreas que tenían como posesión y reserva del Gobierno del Estado en la zona de lo que hoy es San Pedro 400 y con eso nos permitió hacer el centro la Cima, la Escuela Mano Amiga, nos costó muchísimo la infraestructura allá, estaba aprobado por Ortiz Zertuche un plan de Gobierno del Estado para tener vivienda social del más bajo nivel llevándola hasta Plaza Fiesta San Agustín, yo en ese tiempo le comenté al Gobierno el enorme riesgo que teníamos de estar teniendo a las gentes más ricas de Nuevo León, pues viviendo con los estratos más pobres, él le dió para atrás un Decreto que estaba aprobado por el Congreso del Estado y replanteó todo el desarrollo urbano para quitarnos esa amenaza...”
— MAURICIO FERNÁNDEZ, EXALCALDE SPGG

Más allá de imaginar qué hubiera sido de la zona de San Agustín con la construcción de “vivienda social del más bajo nivel” a inicio de la década de los 90, la actitud de Mauricio Fernández es una estampa del pensamiento sampetrino que ha perdurado hasta nuestros días: calidad de vida que se interpreta como un nosotros (los ricos) aquí, ustedes (los pobres) allá.

Superparques, ¿superporrr?

El tercer capítulo del Plan Municipal de Desarrollo 2018-2021 se titula Ciudad para todos: una urbe disfrutable, ordenada y de cara al futuro. En ese documento se puede ubicar el origen de las sospechas vecinales (extemporáneas, por cierto) respecto al modelo de gestión de los parques. En el apartado 5.2 Crear instrumentos administrativos para el financiamiento del desarrollo urbano y del espacio públicose sugiere lo siguiente: «Analizar la posibilidad de incluir concesiones en parques que apoyen la sustentabilidad de los mismos», así como «Crear el programa “Apadrinamiento de parques” a través de Empresas Socialmente Responsables (ESR), para la rehabilitación integral y mantenimiento de parques y espacios públicos».

El diagnóstico del Plan Municipal sobre las áreas verdes y los parques en el municipio es la justificación que presentan para intentar explorar formas de financiamiento para su “sustentabilidad”. El documente dice que «San Pedro Garza García tiene una superficie importante destinada a áreas verdes que en total suman 3 millones 232 mil 653 metros cuadrados, que representan 26m² por habitante, una cifra que se ubica por encima de los estándares internacionales. Sin embargo, al realizar la medición por sectores del municipio se detecta información muy diversa».

Esa distribución desigual la presentan en el siguiente gráfico:

m² de áreas verdes por habitante, distribuido por sectores.

Se infiere entonces que el tema no sólo pasa por elevar la calidadde los espacios públicos y los parques, también por equilibrar la desigual dotación de m² de áreas verdes por habitante. La participación del alcalde Miguel Treviño en el Congreso Parques Monterrey-México se explica, en parte, por la búsqueda de un modelo de gestión que pueda sostener la ambiciosa apuesta de elevar sustancialmente la calidad de los parques sampetrinos.

El Congreso forma parte de la Asociación Nacional de Parques y Recreación de México (ANPR), una organización que «promueve la creación, revitalización, y sostenimiento de los parques urbanos y la recreación en nuestro país para mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos a través de los espacios públicos». Además, la ANPR publica el Estudio Nacional de Grandes Parques y Bosques Urbanos de México de donde se desprenden algunas conclusiones interesantes que ayudan a entender el rompecabezas en el que se está metiendo San Pedro.

Comparativo de 9 parques y sus mecanismos de ingresos y formas de financiamiento. Tomado del Estudio Nacional de Grandes Parques y Bosques Urbanos de México.

La tabla anterior refleja que «No hay fórmula o receta mágica. Cada parque es diferente dentro de su complejidad, y debe adaptarse a su entorno y a las realidades del mismo». Pero las conclusiones de la ANPR también apuntan al modelo de concesión, pues señala que «El tabú del uso de concesiones en los grandes parques debe de eliminarse de nuestra conciencia. Es no sólo necesario para la generación de economía, sino para la generación de vida pública a través de las diversas actividades a realizarse en el parque y los alrededores».

Tomado del Estudio Nacional de Grandes Parques y Bosques Urbanos de México.

Según el estudio, el estacionamiento es el tipo de concesión más común en los “grandes parques urbanos”, seguido de foodtrucks o carritos de alimentos y snacks, auditorio & teatros, restaurantes, etc.

Miguel Treviño ya ha aclarado por lo menos en dos ocasiones (en sesión del Cabildo y ante vecinos de Bosques del Valle) que no se concesionarán los parques. La pregunta y la discusión en torno a la concesión, como un acto automático de privatización, es errónea; nadie ha planteado que, por ejemplo, el Parque Central sea el Parque Central Banregio. Así que esta aclaración descarta cualquier posibilidad de privatización, pero la idea de buscar formas de financiar la “sustentabilidad” de los superparques continúa.

Lo que esconde la preocupación vecinal no es la privatización del espacio público per se o un tema de árboles y áreas verdes, sino la socialización de “su” espacio, de “sus” parques, al público. Esa preocupación en realidad habla del temor que tiene un sector de vecinos de caminar junto a personas provenientes de códigos postales distintos. Lo que hay detrás de la idea del “parque de colonia” y de una especie de “derecho de propiedad” (porque argumentan que cuando compraron su lote décadas atrás, se les cobró el terreno destinado al parque), es la defensa de un estilo de vida a la Mauricio Fernández: acá nosotros, allá ustedes.

A decir por los diseños conceptuales que se han presentado, los superparques tienen vocaciones variadas. La renovación del Parque Bosques mantiene una tendencia hacia la conservación de áreas verdes y árboles, con mejoras “paisajísticas” para la contemplación y el esparcimiento; el Parque Clouthier combina la creación de espacios públicos de calidad (la zona poniente del municipio tiene un déficit histórico en ese sentido), pero además se habla de áreas verdes y hasta de huertos urbanos para compensar el tema de m² de áreas verdes por habitante; el Parque Mississippi tiene una vocación de plaza-parque por su reducido tamaño y la historia que tiene en su uso; por último, el Parque Central representa, sin duda, la renovación más espectacular por la escala y por incluir la recuperación del Arroyo El Capitán.

Los montos de inversión podrían levantar algunas cejas, pero lo curioso es que cuando estos números se presentan en proyectos relacionados al automóvil, por el contrario, los aplausos abundan. Habría que dirigir los cuestionamientos al tema del diseño, al paisajismo y la arquitectura, preguntarnos qué hace a un parque un parque, qué tanta intervención es necesaria, qué vocación se quiere mantener y si esto requiere de la contratación de oficinas de renombre. El tema da para otro artículo, uno que debería colocar en la discusión al diseño y la espectacularidad de los superparques, esto en el contexto de los problemas que enfrenta el municipio (empezando con la pésima calidad del aire) como una pieza clave dentro del caos del Área Metropolitana de Monterrey.

Por lo pronto, ¿y si detrás del rediseño de los parques emblemáticos hay una genuina intención por mejorar el aprovechamiento del espacio público? ¿Vale la pena la inversión de 600 millones de pesos para provocar el encuentro con los otros? ¿Vale la pena el desgaste político para experimentar en modelos de gestión? Quizás, habrá que ver cómo evolucionan los superparques.

Y ya que estamos en ese ánimo de explorar nuevos horizontes y de estirar la liga de la paciencia sampetrina, quizás también sea tiempo —tomándole la palabra al alcalde Miguel Treviño— de “radicalizar” la agenda (¿o qué, pensaron que no se iba a desvariar con otra utopía por aquí?).

Áreas verdes en el municipio (sin contar el terreno del Club Campestre).

Áreas verdes en el municipio (contemplando el terreno del Club Campestre).

El Club Campestre de Monterrey tiene una extensión de 80 hectáreas, algo así como si se juntaran seis Parques Centrales más ocho Parques Mississippis. Si en Berlin ya se está coqueteando con la idea de expropiar a la desarrolladora inmobiliaria más grande de la ciudad y con ello socializar más de 200 mil departamentos privados, ¿por qué no ir preguntando de a cómo el m² del Campestre?

80 hectáreas para unos cuántos. Foto: Eleventy

Quizás ahí está una radical solución para comenzar a resolver de verdad el tema de la movilidad que atora a la zona Oriente. No sólo eso, se vale imaginar reforestar un gigantesco bosque urbano que sirva como pulmón verde, en lugar de mantener un área privada para el “emocionante” mundo del golf de señores o como pista de baile de bodas.

Mientras tanto, habría que exigirle a la administración municipal que se pongan creativos con el tema del diseño del ente descentralizado para la gestión de los parques. Las juntas de vecinos deberían tener representación y voto para decidir qué tipo de actividades se pueden realizar para buscar el financiamiento que sostenga a los superparques de la ciudad. De paso, habría que preguntarle a los vecinos con temor de convivir con otras personas si todo está bien en casa.

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El argüende sampetrino por los parques

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zertuche Fundador y editor de «contextual». Anteriormente fue editor de la revista Residente Monterrey, en su última etapa bajo el lema "Acciones para una ciudad mejor".

Fecha

25.nov.19

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