La extensión del terreno urbanizado de la región metropolitana de Monterrey casi se triplicó en una década (2009-2021), un ensanchamiento exponencial que supone una serie de impactos adversos.
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El contorno urbanizado de la región metropolitana de Monterrey era, a finales de 2019, de 65 mil 087 hectáreas; hoy, en 2021, esa misma evaluación alcanza las 177 mil 090 hectáreas. Es decir, en una década el aumento en la extensión del terreno urbanizado casi se triplicó (271%). Estas valoraciones, con base en la foto interpretación de imágenes satelitales Landsat (2009) y Sentinel-2 (2021), determinan un aumento exponencial de los asentamientos humanos y las zonas dedicadas a las actividades industriales y agropecuarias.
Algunos de los impactos adversos provocados por el periodo más reciente (2009-2021) de la descontrolada expansión urbana de Monterrey, se detallan a continuación.
Impactos adversos
🧭 Al poniente, los efectos negativos del crecimiento urbano descontrolado alcanzan a espacios ambientalmente relevantes, como es el caso del río Pesquería: la presencia de asentamientos sin regulación, área para descargas industriales o de drenajes afectan a este ecosistema acuático considerado como Región Hidrológica Prioritaria. De igual forma, la Sierra del Fraile, montaña reconocida por el gobierno de Nuevo León como Área Natural Protegida (ANP) con la categoría de Zona Sujeta a Conservación Ecológica, es afectada con nuevas colonias que invaden su polígono de protección, en elevaciones que rebasan los 850 metros de altitud sobre el nivel del mar.
🧭 Al oeste, el crecimiento se entiende a partir de 2009 con la construcción de la Av. Abraham Lincoln, que comunica a la capital de Nuevo León con la zona este del municipio de García. Esta nueva vialidad permitió el paso a territorios antes inaccesibles: zonas rurales o remotas, como Icamole o Nacataz, hoy forman parte de la mancha urbana metropolitana. La habilitación de la avenida Lincoln marca un antes y después, pues esta vía de comunicación es el eje que aglutina los numerosos asentamientos humanos que, poco a poco, fueron multiplicándose en esa región. Abel Guerra, político promotor de la candidatura para gobernadora de Clara Luz Flores y ex-funcionario estatal, fue el principal responsable de impulsar el alargamiento de la avenida Lincoln en su papel de titular de la Corporación de Proyectos Estratégicos de Nuevo León (2006-2009); la hoy candidata de la coalición Juntos Haremos Historia en Nuevo León, junto con el hoy también candidato a la gubernatura pero por el PAN, Fernando Larrazábal, formaron parte de aquella legislatura que aprobó la figura del impuesto de “mejoría específica” para financiar esa nueva avenida.
🧭 El crecimiento desmesurado hacia el norte de Monterrey, también presenta escenarios con degradación. En un contexto que aglutina asentamientos humanos con zonas industriales, en los últimos diez años se repitió un error de profunda gravedad: la habilitación de zonas industriales sobre corrientes superficiales de agua (arroyos o cañadas). Esto resulta en nuevos escenarios de riesgo hidrometereológico que afectan a las poblaciones humanas, a la infraestructura pública y a la vida silvestre.
La estimación de la longitud de las corrientes superficiales de agua modificadas o invadidas suma mil 600 kilómetros, tanto en el norte como en el resto de las latitudes que conforman la continuidad de espacio urbanizado en torno a Monterrey. Esto afecta a las cuencas de ríos relevantes para la provisión de agua para consumo humano y uso industrial, al nivel de la importancia de los ríos Salinas, Pesquería y Santa Catarina, generando escenarios de seguridad hídrica que requieren ser analizados desde la perspectiva amplia del riesgo.
🧭 Hacia el sur, donde la continuidad del contorno urbano llegó hasta el municipio de Allende, el riesgo es que la urbanización en proceso impacte de modo adverso la conexión ecológica entre el Parque Nacional Cumbres de Monterrey (PNCM) y la Reserva Natural Estatal Sierra Cerro de la Silla. El atajo al beneficio de esta condición, afectada por el trazo de la carretera Nacional, pero funcional con base en los corredores biológicos representados por las corrientes o ríos que unen los territorios de ambas Áreas Naturales Protegidas, consiste en un pronóstico sobre el bloqueo del paso de fauna entre las dos montañas; como ejemplo, los de las poblaciones de oso negro americano.
A estos ejemplos generales se deben añadir otros que también tienen pertinencia en su análisis.
La afectación en la movilidad de las personas, es relevante: los tiempos de traslado, usando transporte público, desde el norte metropolitano al centro de la ciudad, rebasan ya las dos horas. Con relación a la concentración de partículas en la atmósfera, se trata de un acontecimiento usual la remoción de vegetación para sustituir por urbanización, sin que se cumplan con los criterios reglamentarios para prevenir la generación ostensible de polvos.
Algunos instrumentos de gestión
El avance sin regulación de la expansión urbana hace que sean urgentes las intervenciones desde las instituciones para el manejo de los impactos vigentes.
Los municipios de El Carmen, Abasolo, Hidalgo y Mina, todos en el Valle de las Salinas, requieren actualizar sus planes municipales de desarrollo urbano, con criterios que prevengan las afectaciones adversas por la expansión urbana hacia sus territorios municipales. Desde una visión de servicios ambientales, las áreas naturales protegidas Sierra del Fraile y San Miguel adquieren una relevancia estratégica por su función de espacio que provee de agua, zona de diversidad biológica y espacio natural con áreas recreativas para la población en general. El Río Salinas, un auténtico cuerpo de agua en zona árida, es una oportunidad inmejorable para la gestión de sus elementos, en donde, aprendiendo del pasado, se tendrían que evitar todos los errores implementados en el río Santa Catarina. Para esto, la herramienta del ordenamiento ecológico local se vuelve el mecanismo ideal para la protección de este cauce, y con ello, de las poblaciones humanas y de vida silvestre en el Valle de las Salinas.
Hacia el sur, en el ecotono urbano entre los municipios de Santiago y Allende, nuevamente, el ordenamiento ecológico de ese corredor, con enfoque hacia una protección estricta de los ríos y demás cauces superficiales que unen la Sierra Madre Oriental (PNCM) con la Sierra de la Silla, tendrían que ser ubicados como unidades de gestión ambiental para conservación. Este mecanismo administrativo requiere una vigilancia administrativa de su planificación e implementación por los ayuntamientos de ambos municipios.
En esa delimitación territorial se incluye al río Ramos que, a pesar del impacto por asentamientos y turismo, se puede estimar su aceptable integridad ecológica. Con esa base, tendría que ser administrados bajo los criterios del esquema de un ANP, bajo una anexión al polígono actual del PNCM, o, de una nueva declaratoria por el ayuntamiento de Allende o el gobierno de Nuevo León.
Hacia el noreste la expansión urbana se encuentra ya a pocos kilómetros de la Sierra Picachos, la cual se encuentra en proceso de consulta pública para su declaratoria como ANP añadida a la ya existente en esa región. Este mecanismo beneficia a una región terrestre con amplia relevancia para su cuidado; en ello, se benefician dueños de tierra vinculados con segmentos empresariales de Monterrey, y también, núcleos agrarios con propiedad comunal de la tierra. Este es un ejemplo que demuestra las posibilidades de un mecanismo para protección de tierras relevantes, en este caso, de proyectos extractivos para minería de calizas y de hidrocarburos no convencionales (“fracking”).
Respecto a la gestión del riesgo hidrometereológico vinculado con la imposición de asentamientos diversos sobre corrientes, y ante la longevidad del Atlas de Riesgo de Nuevo León, la actualización del mismo se vuelve necesaria, y con ello, otorgarle a ese instrumento de gestión un carácter vinculante en la autorización de cualquier proyecto o iniciativa de urbanización.
Descontrol y expansión urbana en Monterrey
Antonio Hernández
09.mar.21