La cuarta llegada de Mauricio a SPGG representa la revancha entre el panismo blanquiazul “cochista” [gobierno entrante] contra el panismo light y, hasta eso, urbano-consciente [gobierno saliente].
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La revancha del carro. Así iba a titular esta reflexión hiperlocal sobre la nueva-vieja era que se reinaugura en San Pedro Garza García. Me abstuve porque, aunque es el tema que marcará un cambio palpable de rumbo respecto a los últimos seis años, temo que el retroceso se desbordará más allá de la burbuja automovilista. También es la revancha del corajudo grupo de WhatsApp de colonia que se lanzó en una cruzada anti-baños públicos en los parques con la ignorancia, pedantería y clasismo de siempre; de la vecina que se cree activista y que según ella se lanza en los lives a “salvar” a San Pedro con teléfono en mano; de los dueños de la prensa que viven en el municipio y que aprovecharon sus espacios para publicar columnas anti-ciclovía con argumentos más deprimentes que el de una ciclovía prácticamente sin uso; de quienes añoran el municipio “blindado” por la mano dura, el grupo rudo o, como ahora le dicen, “grupo de reacción”; pero, sobre todo, es la revancha de los panistas con la playera blanquiazul bien puesta [tanto de militantes con credencial como de ciudadanos que no necesitan tener registro en el partido porque el panismo ya lo traen en las venas], quienes habían perdido “la joya de la corona” y que hoy están de regreso únicamente por gracia del carisma del Tío Mau, quien no tuvo competencia alguna [ni de otro partido ni de manera independiente] en las urnas.
La nueva generación del panismo local, encabezada por Luis Susarrey y Claudia Caballero, esa que “genera content”, que busca validación a través de los likes y que cree tener talento comunicacional en redes sociales, se muestra muy contenta de ver a San Pedro como uno de los últimos bastiones del panismo en el país. Y pues va, dense; como quiera se ve imposible que en esta ciudad opere otra forma de gobernar y, mucho menos, otra forma de entender la vida distinta al panismo. El problema es que siento que la cuarta administración de Mauricio está arropada por un ridículo sentimiento de agravio vecinal, de sampetrinos que se sintieron personalmente ofendidos, ya no digamos por el exalcalde, sino por la realidad urbana que terminó por alcanzar a un municipio que, ilusamente, pretendía mantenerse —como les encanta decir— “unifamiliar” y aislado del contexto de crecimiento del área metropolitana regiomontana.
En esencia, esta es la revancha del panismo blanquiazul, muy vocal y “cochista” [gobierno entrante] contra el panismo light, de branding neutro y, hasta eso, urbano-consciente [gobierno saliente]. Dicho de otro modo, todos los ingenieros viales wannabe que están convencidos de que la movilidad se resuelve sincronizando semáforos, ampliando carriles y con más cajones de estacionamiento, hoy están celebrando. Para ellos, se está cocinando un regalo envuelto en concreto y asfalto: con los astros electorales alineados al poner a Adrián de la Garza y a Mauricio Fernández de uno y otro lado de la Loma Larga, la obra emblemática metropolitana de este primer trienio seguramente será la interconexión entre Monterrey y San Pedro. Esto ya lo anunció de manera muy casual el arquitecto Fernando Garza Treviño, actual Secretario de Desarrollo Urbano, así que hay que irse acostumbrando al nuevo-viejo léxico de “movilidad”: adiós a calles completas, cruces a nivel y ciclovías; hola a interconexiones, pasos deprimidos, puentes peatonales y gazas. Un léxico que, por cierto, es alentado por una prensa local francamente ignorante y perezosa en el tema.
La victoria de Mauricio es, en realidad, la victoria de los vecinos que quieren moverse por el municipio en su carro, con la bendición de semáforos en verde sincronizados a su paso; de quienes se aterran [por no decir, se asquean] ante la posibilidad de que visitantes ajenos asistan a su “parque de colonia”. Es la victoria de quienes apoyan que el municipio “regrese a su vocación original” [whatever that means], que sufren [¡ay cómo sufren!] porque no pueden estacionarse frente a su local favorito en el Centrito; sufren cuando les toca un semáforo en rojo y pisan con su vehículo la zebra peatonal con una ansiedad innecesaria; sufren porque los obligan a no exceder los 30 km/h en su carro deportivo; sufren porque hay tráfico y no tienen otros 3 carriles más para seguir atascando el tránsito. La sufridera de estos sampetrinos hoy está en paz con la llegada de un viejo conocido que ya le cambió el logo, los colores y el branding al municipio [ya hasta subieron la presentación del racional de agencia justificando el cambio], y que también ya le cambió el nombre al organismo de San Pedro Parques y planea hacer “Parques para Todos”, más por un tema de exclusión que de inclusión.
Habrá que ver qué tanto resiste el legado urbano-consciente de los seis años independientes ante el vecinato que ve muy normal que su candidato haya ganado con tanta holgura en su municipio, pero que no se explica cómo lo mismo pudo haber sucedido a nivel nacional contra su candidata. No dudo que en algunos otros temas Mauricio tenga mejores ideas para San Pedro, pero, ante los pocos o muchos cambios palpables que hereda la administración saliente en las calles y parques (más caminables, de entrada), si algo ha quedado claro es que el vecino sampetrino, ese que hoy disfruta de la revancha electoral, casi nunca tiene la razón.
Revancha Vecinal
j. zertuche Fundador y editor de «contextual». Anteriormente: Residente Monterrey, en su última etapa bajo el lema “Acciones para una ciudad mejor”.
02.oct.24