Alejandra del Toro es cofundadora de Las Victorias, un colectivo que lucha por erradicar el acoso callejero. A través de talleres y otras acciones de protesta, buscan que los espacios de una ciudad como Monterrey sean compartidos en un ambiente de equidad e inclusión.
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Del 25 de noviembre al 10 de diciembre tienen lugar 16 días de activismo. Comienzan el Día Internacional contra las violencias a las mujeres y concluye con el Día de los Derechos Humanos. Una de las actividades del 25N Monterrey (nombre que se le ha dado a la jornada) es una caminata nocturna para resaltar la necesidad de espacios seguros para las mujeres.
«Hay un mensaje muy fuerte que dice que las mujeres somos humanos, tenemos derechos y merecemos vidas libres de violencia. Es una jornada para pensar, repensarnos y proponer soluciones», me cuenta Ale del Toro, una de los colectivos organizadores.
Ale del Toro es cofundadora del colectivo Las Victorias. Confiesa que hace unos días le apareció un “recuerdo” en facebook sobre cómo es que empezó.
«[El post] era sobre feminicidios en el Estado de México y etiqueté a mis amigas preguntándoles qué íbamos a hacer al respecto. Nos juntamos sin mucha idea y poco a poco nos fuimos orientando. Empezamos Sofía –mi mejor amiga– y yo. La vida nos fue llevando hacia el acoso callejero y luego, pues tú sabes, lo personal es político; ésta es una lucha que se volvió personal y fuimos avanzando sobre eso».
«No había otro colectivo que trabajara el tema y no lo digo por mamona o por soberbia, en ese momento ni el Instituto de las Mujeres ni ninguna otra institución, ni colectivos formales o informales ni organizaciones tenían en la mira el acoso callejero. Empezamos hace tres años con ese post de facebook y han pasado muchas chicas por Las Victorias con muchas ideas y luego se van y dejan las ideas y a veces las dejan aventadas», Ale se ríe, sabe que luchar por causas que no pagan es necesario.
Las Victorias tienen un blog llamado Flores de Pavimento. Este sitio busca recopilar testimonios de acoso callejero y así visibilizar el problema para erradicarlo. Este fue el esfuerzo inicial que hizo el colectivo, a raíz de éste las comenzaron a invitar a talleres, charlas y hasta colaborar con proyectos universitarios.
«Para mí, tanto en Las Victorias como en otros espacios, el objetivo siempre ha sido contestar a ¿cómo vamos a acabar con esto? Somos un colectivo que busca erradicar el acoso callejero, no lo quiere visibilizar, no lo quiere trabajar, lo quiere erradicar. No queremos administrar el problema, queremos que no haya problema».
Ale juega con un pin que cuelga de su chaqueta de mezclilla, es una flor con la leyenda “caminar es resistir”. Le pregunto cómo es su relación con la ciudad.
«Ahora ya es de amor. Mucho tiempo fue de odio. Es este espacio en el que quiero estar, pero que por mucho tiempo no he podido. Es algo que me gusta, pero que siento que se me ha negado por mi condición de mujer. A lo mejor si fuera de otra clase social caminaría más a gusto o por lo menos por calles más bonitas», me dice Ale.
¿Los ricos no caminan?, le reviro. «Pues sí, pero a su carro y dentro de los centros comerciales», se ríe y deja entrever que fue uno de esos comentarios medio en broma, medio en serio.
«Cuando decidamos compartir el espacio, va a dejar de ser un Monterrey machista».
— ALE DEL TORO
Me cuenta Ale que desde niña se la pasaba en la calle, que con su familia iba al mercado Mesón Estrella a hacer el mandado o a una tienda del IMSS por la Nuevo Repueblo. «Mi hobby era ir al Soriana a ver, obviamente», lo dice con una sonrisa en toda la cara. Me comparte que ella nunca entendió por qué iban tan lejos al mandado, hasta que le tocó hacer el súper.
Para Del Toro, la ciudad es «un patio de juegos en el que puedes ser y en el que tienes que tener cuidado también», pero esa connotación lúdica es la que llama a seguir saliendo y reinventar las maneras de entretenerse.
«Aprendes a entretenerte viendo a las personas, jugando a quién se sabe más rutas de camión o explorando los lugares a los que te dicen que no puedes ir. Con Las Victorias pude decidir o aceptar que puedo estar en Monterrey y no estar peleada con Monterrey y abrazar eso. Estar y moverme puede ser un proceso de disfrute y no de miedo o de hastío».
Ale del Toro ve paralelismos entre cómo el feminismo y los temas de ciudad han ido ganando terreno en la agenda de opinión. Se muestra escéptica ante la posibilidad de que sea sólo una moda.
«Creo que al igual que el feminismo, ya nos estamos ahogando en la ciudad. Es imposible no darse cuenta, estás atorado en el tráfico y ¿en qué otra cosa vas a pensar?, además de que esto es insostenible y que no deberías estar ahí; en que los camiones ya no se dan abasto, en que no hay banquetas por dónde caminar; ya no te puedes subir al metro. Responde a una urgencia que por mucho tiempo se ha ignorado y quiero pensar que es eso, que no es una moda».
Le pregunto a Ale si piensa que Monterrey es una ciudad machista. Me responde con un “sí” golpeado, muy regio y sin embargo, no lo dice como condena, Alejandra del Toro tiene claridad y esperanza en que Monterrey puede cambiar.
«Lo contrario al machismo es la igualdad y la inclusión. Un Monterrey no machista sería una ciudad para todos y todas, para las personas que tienen alguna discapacidad, las mujeres en todas sus facetas, para las personas de todas las edades. Cuando decidamos compartir el espacio, va a dejar de ser un Monterrey machista».
Caminar es resistir
Luis Mendoza Ovando
12.dic.17