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27.ene.2020

Valle de Reyes: realismo absurdo

La intentona de urbanizar áreas naturales protegidas no debería sorprenderle a nadie en Nuevo León. Por el contrario, la idea se inscribe en ese Monterrey con rasgos suicidas que han delineado los señores del poder político y económico.

POR zertuche / Lectura de 22 min.

La intentona de urbanizar áreas naturales protegidas no debería sorprenderle a nadie en Nuevo León. Por el contrario, la idea se inscribe en ese Monterrey con rasgos suicidas que han delineado los señores del poder político y económico.

Lectura de 22 min.

Valle de Reyes es la hipotética consumación de todos los errores urbanísticos, arquitectónicos, ambientales y políticos del Área Metropolitana de Monterrey (AMM). La idea de urbanizar el Cañón de Ballesteros (dentro del Parque Nacional Monterrey Cumbres, área natural protegida) con un fraccionamiento de 2, 5, 10 u 11 mil viviendas (la cifra varía dependiendo del año y la fuente periodística), un campo de golf y hasta un túnel de acceso vehicular por la sierra para conectar con la avenida Morones Prieto, no sólo es absurda sino absurdamente real.

Por alguna extraña razón, a la opinión pública regiomontana todavía le sorprende que se conciban ideas como Valle de Reyes. No es ingenuidad, esa extraña razón pasa por tener tantita madre, algo que carecen los desarrolladores inmobiliarios y funcionarios públicos que empujan y/o dejan pasar proyectos como ese.

Existe un antecedente inmediato en García: Terralta Residencial & Country Club, un exclusivo “paraíso” residencial con todo y campo de golf en la zona del Cerro La Mota, supuesta área natural protegida (ANP) en Nuevo León.

→ «La forma y fondo son conocidos. Ante un proyecto de urbanización en un espacio natural relevante, cuyas reglas de manejo son limitantes para construir estadios, túneles o campos del golf, el gobierno neolonés sin ningún problema modifica regulaciones para que los mecanismos de conservación de ecosistemas sean eliminados, y de ese modo urbanizar las áreas protegidas, sin considerar a fondo las condiciones ambientales particulares. Es el caso del campo de golf Terralta, en el ANP estatal Cerro La Mota, donde el cambio fue burdo. Hasta marzo de 2014, en esa zona protegida se prohibía el cambio de uso de suelo, medida simple pero poderosa, con la cual quedaban acotados los intentos de impulsar cualquier tipo de urbanización. Dos meses después, esa medida desapareció, y de manera nada sorpresiva, la prohibición del cambio de uso de suelo (basada en los ecosistemas relevantes existentes) fue eliminada por la instancia responsable de ello: Parques y Vida Silvestre de Nuevo León. La modificación adversa no concluyó ahí, porque como un corolario fue añadida otra: se permite la construcción de campos de golf».
ANTONIO HERNÁNDEZ, PUBLICADO POR BARRIO ANTIGUO (2014)

La «forma y fondo» a la que se refiere Antonio Hernández en su columna (Barrio Antiguo, 2014)fue consignada por César Cepeda en Reporte Indigo: «El Gobierno de Nuevo León mutiló una Área Natural Protegida para otorgarle factibilidad a la construcción de un desarrollo inmobiliario con un campo de golf en el municipio de García».

Y así, con una combinación de valemadrísmo, complicidad y descaro, funcionarios públicos e inversionistas (ese «e» es una cortesía, a veces son lo mismo) trabajan para modificar las palabras que estorban en los reglamentos de uso de suelo o conservación de áreas protegidas para construir proyectos inmobiliarios, en este caso hasta con campos de golf.

Antes de seguir, detengámonos un momento para digerir el anacronismo de ese concepto: campos de golf. Campos de golf en áreas protegidas. Campos de golf en áreas urbanas (te seguimos mencionando, Club Campestre de Monterrey). Campos de golf que requieren de mantenimiento que roza con lo estúpido. ¿Quién carajos los utiliza? En esencia, se trata de hectáreas de landscape innecesario para c-ñores.

No sorprende entonces que Valle de Reyes contemple un campo de golf. La idea de instalar césped inglés, lagos artificiales, una Casa Club y fraccionar con lotes residenciales en medio del espectáculo natural del Cañón de Ballesteros, es el viagra frustrado de todos los señores que participan en el proyecto.

La frustración lleva años y están en juego millones de dólares, por ello las jugarretas políticas e intimidaciones legales, tanto de empresas inmobiliarias de dudosa procedencia como de instituciones financieras (“el banco más fuerte de México”). Vale la pena leer la relatoría que hizo la Coordinación de Humanidades de la UNAM para dimensionar el golpeteo jurídico, así como para mapear a los actores involucrados:

Fuente: Estudios sobre el cumplimiento e impacto de las recomendaciones generales, informes especiales y pronunciamientos de la CNDH 2001-2017. Tomo VI de Áreas naturales protegidas y derechos humanos [PDF]

«(...) es relevante destacar el “juego” de los actores involucrados (en Valle de Reyes), por un lado, la institución financiera (Banorte) representada por un amplio grupo de abogados presentó recursos judiciales y administrativos contra funcionarios públicos que, en representación del Estado, promovieron la conservación de la zona, llevándolos a situaciones de intimidaciónen el debido ejercicio de sus funciones (...)».

— UNAM & CNDH

[Nota: Para quienes se quieran clavar en la historia de Valle de Reyes, Juan Carlos Valdez (quien publica Crónicas de un Regio) tiene una extensa y morbosa crónica dividida en primera y segunda parte.]

Que exista la idea o la intentona de hacer un Valle de Reyes sólo se explica porque a Monterrey le gusta dispararse en el pie. Quienes sostienen el arma son los mismos que han fallado en administrar el crecimiento de la mancha urbana del AMM. Son los mismos que dejan construir en los cerros hoy cercenados. Son los mismos que invierten más en recarpeteo asfáltico que en transporte público. Son los mismos que autorizan, defraudan y se benefician económicamente con los fraccionamientos de interés social ubicados en los cordones exteriores de la frágil liga que sostiene al AMM. Son los mismos que van a foros de urbanismo a decir puro bla-bla-bla. Son los mismos que se “suman” a campañas en redes sociales contra la contaminación mientras no mueven un dedo en el castigo y reglamentación de contaminantes. Son los mismos que patrocinan el ego arquitectónico local con cenas y premios.

No es casualidad que hoy, en medio de una crisis ambiental por la pésima calidad del aire en el AMM, se sienta más probable la realización de Valle de Reyes que desde que se concibió el proyecto en aquel lejano 1996, o cuando inició su batalla legal en 2008; el branding inmobiliario es lo suficientemente descarado como para empaquetar este tipo de proyectos por sus “bondades” ambientales.

Ahí está el ejemplo de Terralta, que invita a sus inquilinos y miembros a vivir lejos del estrés y la contaminación (claro, construyendo encima de ecosistemas protegidos).

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«Existe una demanda considerable de personas que quieren vivir dentro de un concepto con campo de golf, los fraccionamientos más exclusivos en el mundo así lo demuestran y en Monterrey no es diferente». Escribe Adrián Wise, Director General de Terralta Residencial & Country Club (no shit), en un “artículo” sobre el propio Terralta. Espacio publicado por la revista Real Estate Market.

El descaro no siempre es sofisticado. Para colmo, en 2008 surgió un blog con estética amateur que alecciona sobre los “mitos y realidades” de Valle de Reyes. Como portada se incluye el copy “Polígono Ballesteros” sobre una foto con el paisaje natural a urbanizar; faltaba más, es el equivalente a decir algo así como “Polígono Cañón del Sumidero”.

Como muestra de la cascada de mierda que se publicó en ese blog, los títulos de los supuestos “mitos” en torno al proyecto:

  • El terreno forma parte del Parque Nacional Cumbres de Monterrey.
  • El área considerada por la UNESCO reserva de la biósfera es incompatible con el desarrollo urbano.
  • El área tiene una riqueza natural de valor y no puede ser impactada por el deserrollo urbano.
  • El proyecto le quitaría el agua a Monterrey.
  • El desarrollo en el Cañón de Ballesteros generaría un impacto vial fuerte sobre las zonas aledañas.
  • La perforación de un túnel sería peligroso.

Por cada “mito” se plantea una “realidad” con “pruebas” que son igual o más cínicas que la concepción del mismo proyecto. El blog daría risa de no ser factible la realización de Valle de Reyes. Para una consulta seria sobre la real-realidad (así, recalcado, porque ahora resulta que cada quien tiene sus propios datos), recomendamos Marco Jurídico del Parque Nacional Cumbres de Monterrey de María de Lourdes Bello Sánchez.

Ubicación del predio Valle de Reyes con respecto al Parque Nacional Cumbres de Monterrey (PNCM).

Con todo, de manera increíble la opinión pública, activistas ambientales y algunas coberturas mediáticas han podido contrarrestar la confusa e ineficaz intersección de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal) en la reglamentación del PNCM, así como con la intimidación jurídica del poder económico detrás del proyecto. El desmonte en zonas de la Huasteca reportado a finales de 2019 e inicios de 2020 ha resucitado el tema de Valle de Reyes. Sin embargo, es fecha en que el periodismo local ha sido incapaz de investigar siquiera qué o quiénes están detrás del desmonte denunciado.

Pero Valle de Reyes sólo representa una parte (importante, sí) del problema de fondo: mientras el área metropolitana de Monterrey sigue jugando al progreso inmobiliario con pedreras e industrias relacionadas a la construcción contaminando el ambiente, proyectos inmobiliarios exclusivos en zonas protegidas abren otro frente de ataque. Si la intención es darnos en la madre a todos, pues ya de una vez urbanicemos el lecho del río Santa Catarina.

La empresa Century 21 anuncia en el sitio de Inmuebles24 la venta de un terreno de 28 mil 943m² al sur del Cañón San Pablo, en el Parque Nacional Cumbres de Monterrey. El render es para vomitarse: una autopista, ciclistas, peatones y corredores, todos respirando “aire limpio”. Por si no fuera suficiente, se le acompaña de este copy: «Proyecto inmobiliario con futuro residencial campestre y alta plusvalía, en un entorno privilegiado libre de SMOG con unas vistas imponentes». Imponente idiotez.

La burda narrativa de proyectos como Terralta o Valle de Reyes palidecen frente a la maquinaria más elaborada, compleja y “convincente” del smart forest city. Si fraccionamientos residenciales de lujo y campos de golf en áreas protegidas provocan la animadversión de la opinión pública, es sólo porque a nadie se le ha ocurrido importar lo que se pretende hacer en Cancún.

Bajo el cobijo de la buena reputación del arquitecto Stefano Boeri Architetti, Grupo Karim pretende levantar una “ciudad forestal inteligente” en medio de la selva. La prensa (nacional e internacional) que ha recibido el proyecto Smart Forest City Cancún es abrumadoramente positiva. «En un área de tierra de 557 hectáreas, la nueva ciudad albergará a 130,000 habitantes, devolviendo a la naturaleza un área grande donde se habría construido un distrito comercial», de esta manera se justifica el proyecto que nadie pidió.

Smart City Forest Cancún… ¿poooor?

La intentona de urbanizar áreas naturales protegidas no debería sorprenderle a nadie en Nuevo León. Por el contrario, la idea se inscribe en ese Monterrey con rasgos suicidas que han delineado los señores del poder político y económico. Mientras se protesta y se detiene (por ahora) el avance de proyectos inmobiliarios de este tipo, la absurda realidad es que el Área Metropolitana sigue excluyendo a sectores de la población que no aparecen en las proyecciones de los desarrollos verticales que supuestamente vienen a salvar la ciudad.

Valle de Reyes: realismo absurdo

Escrito Por

zertuche Fundador y editor de «contextual». Anteriormente fue editor de la revista Residente Monterrey, en su última etapa bajo el lema "Acciones para una ciudad mejor".

Fecha

27.ene.20

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