La televisión comercial mexicana cumple 70 años con uno de los retos más significativos: continuar con la enseñanza de 30 millones de niños y jóvenes, en medio de una pandemia.
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En la conferencia mañanera del 3 de agosto, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, hizo un anuncio trascendental para el presente y futuro de los niños y jóvenes mexicanos: el regreso a clases en plena pandemia por el Covid-19, sería vía remota. Desde el nivel preescolar hasta el bachillerato, la enseñanza se transmitiría por televisión.
Acompañando al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, desfilaron los representantes de las cuatro cadenas comerciales de televisión más importantes en el país: Televisa, Televisión Azteca, Imagen Televisión y Grupo Multimedios. La enseñanza pública en México se transmitiría por sus canales, así que los señores de los medios aprovecharon para hablar de su compromiso social con los mexicanos, del enorme reto que significa la impartición de la educación escolar para la televisión mexicana, del alcance de su señal, de las posibilidades que se abren con este acuerdo.
El arreglo entre el Gobierno de México y las televisoras incluye un pago de 450 millones de pesos por los servicios de educación remota a 30 millones de estudiantes. Unos 15 pesos por cabeza. La anécdota del compromiso histórico de las televisoras comerciales fue consignada en la prensa nacional, incluyendo a Excélsior y Milenio, periódicos “hermanos” de dos cadenas de televisión (Imagen y Grupo Multimedios, respectivamente) incluidas en el acuerdo.
Aunque existe en la sociedad mexicana una especie de resignación ante la imposibilidad de otros escenarios para este reto educativo, quizá el más desafiante en décadas, el pasado 24 de agosto millones de niños y jóvenes comenzaron clases televisadas. Como era de esperarse, el primer día de clases se presentaron problemas de adaptación y de conectividad. Pero hasta ahí.
Más allá de los cuestionamientos al modelo elegido por el gobierno federal, el monto por la contraprestación y los desencuentros entre López Obrador y los cuatro hombres que representan a la televisión comercial, el anuncio se dio a menos de un mes de cumplirse siete décadas de la primera transmisión de una señal audiovisual para televisores en el país.
A 70 años del inicio de la televisión mexicana, ¿cómo eran los medios de comunicación? ¿Qué relación mantenían los empresarios de los medios y el presidente? ¿Cómo registraron algunos periódicos nacionales este acontecimiento?
A continuación, un viaje entre la tinta y el papel de algunos ejemplares de periódicos de esos días.
La ‘Novedosa’ historia de la TV
El arranque de la televisión mexicana no se entendería sin la relación entre el empresario poblano Rómulo O’Farrill y el presidente veracruzano, Miguel Alemán Valdés.
En 1944, el director del periódico Novedades, Ignacio Herrerías, se oponía a que el nombre de Miguel Alemán Valdés apareciera en las boletas. El destino llevó a que se organizara una huelga y, en una de las protestas, lo asesinaran, dejando acéfala a la empresa “Publicaciones Herrerías”. Meses después, su viuda tuvo que hacerse cargo —sin éxito— del negocio, así que mejor decidió poner en venta el periódico.
Rómulo O’Farrill adquirió el Novedades en 1949, y ya en esos días algunos secreteaban que el poblano era prestanombres de Miguel Alemán Valdés. A partir de su incursión en los medios, O’Farrill pronto expandió su negocio: a través de su recién adquirido periódico, el 6 de diciembre de ese mismo año el empresario no sólo anunció la creación de Televisión de México S.A., también informó que había viajado a Estados Unidos para comprar el equipo y material para lanzar la estación televisora Mex TV-NOVEDADES. «En breve», publicó el periódico, México contaría con una planta de televisión.
Pero no todos eran tan optimistas. El 7 de marzo de 1950, El Nacional —periódico paraestatal— cuantificó la llegada de la televisión con un costo de 300 mil dólares de aquellos años y calificó a la importación de los televisorreceptores como «la parte más difícil»: estos serían importados por «varios hombres de negocios» que ya habían solicitado permiso a la Secretaría de Economía.
Emilio Azcárraga Vidaurreta, el pionero de la radio mexicana, había quedado fuera de la carrera por el lanzamiento de la televisión, pese a haber solicitado antes que O’Farrill el permiso para iniciar con las transmisiones. Y no fue así, en alguna medida, porque tampoco manifestó su apoyo a Miguel Alemán para convertirse en candidato presidencial, apostando por el otro “gallo” del partido: Miguel Henríquez Guzmán.
Desde que se anunció que las ondas de la televisión viajarían por los aires en el país, y que el dueño del periódico Novedades sería el encargado de transmitirlas, este impreso se convirtió en la publicación principal que le dio seguimiento. El 13 de julio de 1950, el regente Fernando Casas Alemán y el empresario David Cervantes, representante de Novedades, recibieron la primera planta móvil para transmitir la señal de la televisión. El periódico consignó que Casas Alemán felicitaba a Rómulo O’Farrill por este «éxito», y con ello, que la primera transmisión estaba cerca.
Los medios durante la mitad del siglo pasado
El presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1952) simbolizó la “modernización” del país. Fue un mandatario que apostó por el asfalto en viaductos y carreteras para que el país luciera, al menos un poco, como las grandes metrópolis de Estados Unidos. Claro que esa apuesta se materializó más en la capital que en el resto del país.
En el ámbito de la comunicación y los medios, durante el sexenio de Alemán las oficinas de prensa comenzaron a emitir boletines de manera sistemática, más allá de hechos relevantes en la vida pública, con lo que se centralizó la información. Esto significó el crecimiento de los presupuestos en publicidad gubernamental.
Y como parte del presupuesto, se “regularizó” el pago —chayote o embute— a los reporteros de la fuente. A nivel empresarial, Alemán Valdés mantuvo una buena relación con los directivos de los periódicos: el 7 de junio de 1951, los empresarios de la prensa nacional le rindieron un homenaje en agradecimiento por «hacer posible el ejercicio de la libertad de prensa». Ese mismo año el gobierno federal ordenó transportar en trenes los rollos de papel que se encontraban en la frontera para evitar una crisis de desabasto de este insumo en los impresos. Después de este gesto, al año siguiente, se repitió el protocolo entre empresarios de la prensa y el presidente, instituyéndose el Día de la Libertad de Prensa en el restaurante Grillón, en el entonces Distrito Federal.
Parte de la “modernización” significó una creciente “invasión” de publicaciones extranjeras en español, resultado del decreto de “puertas abiertas” a la importación de impresos. Al país llegaron revistas como Life en Español, Visión, Selecciones del Reader’s Digest, entre otros. Y también la importación del modelo de televisión norteamericano, uno que apostaba por el entretenimiento en pantalla y a la publicidad como su principal fuente de ingresos.
La primera transmisión
El 31 de agosto de 1950, el día previo al cuarto informe de gobierno de Miguel Alemán Valdés, la televisión en México inició con discursos políticos seguidos por un programa artístico. Aunque algunos historiadores y académicos han retomado el 1 de septiembre como el arranque, en realidad esa fecha refleja lo informado por los periódicos sobre el acontecimiento que, un día antes, transformaría gradualmente la política, la cultura y la vida en prácticamente todo el país.
El 1 de septiembre de 1950, Novedades tituló su noticia principal de la primera plana «La televisión, el más nuevo adelanto, ya funciona en México». También reportó que el evento del lanzamiento de la televisión ocurrió en el Jockey Club del Hipódromo de las Américas. En sus páginas, a través de desplegados, diversas empresas y organizaciones políticas felicitaron al empresario Rómulo O’Farrill por este «logro». En una de sus notas, se reprodujo el discurso del empresario y algunas palabras del vicepresidente de la Corporación Americana de Radio, el señor Brunet, así como del titular de comunicaciones Agustín García López.
El columnista Lauval llegó a vaticinar que todos los presidentes rendirían su informe a través de la televisión, como lo había hecho Miguel Alemán.
La incursión de la televisión significaba una “amenaza” al sistema de medios en el país, o al menos esa lectura se infiere ante la ausencia de cobertura del acontecimiento en los otros principales periódicos nacionales. Tanto El Universal como Excélsior no consignaron el arranque de las transmisiones: el primero prefirió dedicarle páginas al vigésimo quinto aniversario de la creación del Banco de México (Banxico); el segundo consignó la adquisición de un préstamo de más de mil millones de pesos que estaba por consumarse por parte del gobierno federal.
Se puede interpretar que, por intereses económicos y políticos, Novedades dio mayor cobertura al lanzamiento del canal 4 XH-TV en 1950. Eventualmente, El Universal y Excélsior también se beneficiarían del acontecimiento con planas de publicidad. En los impresos se publicaron desplegados pagados con felicitaciones a O’Farrill y, claro, al presidente Alemán por el discurso. En las ediciones del 1 y 2 de septiembre se pueden ver las inserciones de la marca de televisores como “Admiral”. La tienda Palacio de Hierro también anunció en esos días la venta de los aparatos, además de demostraciones de la «maravilla» de la televisión. La empresa RCA, quien apoyó a O’Farrill en este negocio, anunciaba que «¡la maravilla de la televisión es desde hoy una magnífica realidad en México!».
La televisión comercial mexicana cumple 70 años con uno de los retos más significativos: continuar con la enseñanza de 30 millones de niños y jóvenes, en medio de una pandemia. En 1950, en el país habitaban 25.8 millones de personas. Las cifras nos hacen dimensionar el reto. También en un momento en el que los contenidos de las plataformas globales de streaming representan una amenaza para sus ingresos. Las redes sociales y los recientes cambios en los hábitos de consumo de sus audiencias, han disminuido su poder político.
El país ha cambiado en 70 años en lo democrático, económico y educativo, pero las disparidades entre la vida urbana y rural se siguen profundizando. Los retos que no hemos podido superar continúan; desigualdad, pobreza y, para efectos de este texto, la relación entre el poder del presidente y los empresarios de la televisión en el país. A 70 años de su lanzamiento, la televisión mexicana se ha transformado, sí, pero sólo en pantalla.
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Este texto es resultado de una colaboración entre Este País y Contextual MX → “Setenta años de la televisión mexicana, una transformación en pantalla”.
Bibliografía:
Musacchio, Humberto, Historia crítica del periodismo mexicano, México, Luna Media Comunicación, 2016.
Krauze, Enrique, La presidencia imperial, México, Tusquets, 1997/2013.
Rodríguez Castañeda, Rafael, Prensa vendida. Los periodistas y los presidentes, México, Grijalbo, 1993.
Fernández, Claudia, Paxman , Andrew, El tigre. Emilio Azcárraga y su imperio, México: Grijalbo, 2013.
Hemerografía:
Novedades
El Universal
Excélsior
El Nacional
Archivo de la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada de la Ciudad de México.
‘Transformación’ a través de la pantalla
Julio González
05.sept.20