Texto

23.mar.2020

¿Temor o indiferencia?

No son tiempos para ser indiferentes. Debemos cuestionar qué estamos haciendo las arquitectas en Monterrey por asumir una postura (sí, política) dentro de nuestra profesión.

POR Ana Rebeca Mata / Lectura de 12 min.

No son tiempos para ser indiferentes. Debemos cuestionar qué estamos haciendo las arquitectas en Monterrey por asumir una postura (sí, política) dentro de nuestra profesión.

Lectura de 12 min.

“(...) el feminismo no es darles a las mujeres acceso a los espacios masculinos ya asignados en la estructura neoliberal precarizada. Queremos reformar el sistema, volverlo horizontal, democratizar las labores de cuidado”.

— SOFÍA MOSQUEDA

Mi introducción al feminismo sucedió de manera tardía, pero pareciera que ya venía cocinándose a fuego lento desde hace tiempo. En el 2018, aún cuando ya entendía qué era el machismo, no me consideraba feminista.

El 8 de marzo de 2019 asistí a mi primera marcha. En Nuevo León estaba fresco el tema de la modificación del artículo 1° de la Constitución del Estado (que plantea que el inicio de la vida ocurre desde el momento de la concepción y termina con la muerte natural). Fue hasta que caminé y grité consignas en contra de lo que anticipamos como la penalización del aborto en este estado, que descubrí la energía contagiosa por una lucha popular.

Para sumarme, tuve que conocer y comprender cómo funcionan las cosas de fondo, y más desde mi profesión. Es un proceso continuo, sigo tratando de entender la influencia multifacética que el feminismo ha tenido en la arquitectura y la planificación urbana, y cómo es que estos temas han sido ignorados o malinterpretados (con la complicidad de la profesión).

A veces nos cuesta asimilar definiciones que terminan por asustarnos y preferimos deslindarnos de cualquier término polémico. Temas como feminismo, género y sexo deben detonar conversaciones constantes porque su discusión está en evolución y cuestionamiento, pero pareciera que la incomodidad es la única reacción que detona en las y los arquitectos de Monterrey.

Es tanta esa incomodidad, que arquitectas con reflectores, plataforma o micrófono de podcast prefieren aclarar enfáticamente que, aunque apoyan a las mujeres arquitectas y diseñadoras en su desarrollo y empoderamiento, no son feministas. Lo hacen en sus discursos de bienvenida o al concluir sus conferencias.

Este tipo de limitaciones y aclaraciones nos llevan a cuestionar qué estamos haciendo las arquitectas en Monterrey por asumir una postura (sí, política) dentro de nuestra profesión.

¿Qué insinuamos al decir que apoyamos a las mujeres pero que no nos definimos como feministas? ¿A qué le tememos?

Saber que arquitectos (del gremio regiomontano) comparten cadenas de WhatsApp del 8M que describen las “etapas de la mujer” como princesa, bella, pasional y dama, desmotiva mi esperanza por empezar un diálogo. Aún más que arquitectas prefieran de plano aliarse con los hombres para no causar incomodidad (¿en clientes, colegas, amigos?), aceptando comentarios y cadenitas con cimientos patriarcales.

¿De verdad pensamos así o tememos cuestionar actos machistas y misóginos?

En este proceso por entender y comprender, alguna vez leí un tuit de @inconsistente con un extracto que me hizo mucho sentido: «El feminismo es una práctica política de lucha contra la supremacía masculina en nombre de las mujeres como clase, incluidas todas las mujeres que no te caen bien, incluidas todas las mujeres con las que no quieres estar». El feminismo es luchar para que la sociedad reconozca que la violencia que padecemos es un problema que tiene género.

Laura Lecuona escribe: «El feminismo parte de una premisa muy distinta; si pensáramos que no hay remedio, no habríamos organizado un movimiento político para luchar contra la violencia masculina y buscar nuestra emancipación. Nosotras no creemos que ese sistema llamado género forme parte de la naturaleza humana. Defendemos, por el contrario, que es un constructo social, un conjunto de ideas socialmente creadas, reproducidas y transmitidas».

¿Qué hace falta para unirnos como arquitectas y hacer algo al respecto?

Susana Torre habla de lo importante que es la recuperación de un pasado cultural para poder tomar acciones, y así evaluar los resultados de un pasado ya trabajado para evitar repeticiones de patrones tradicionales. La complejidad para poder tomar acciones, es relevante con el conocimiento histórico de personajes, proyectos y luchas ya trabajadas.

Un ejemplo perfecto de acción es la investigación “Domestic Orbits” de Frida Escobedo, en donde se analiza el problema de la discriminación cultural y cómo se manifiesta esa opresión en la construcción de espacios.

Frida Escobedo estudia y replantea cómo intervenir desde la arquitectura para reconocer, reducir y redistribuir los problemas que enfrentan las trabajadoras del hogar. En la foto, la Casa-Estudio Luis Barragán y sus espacios invisibilizados.

El trabajo de Escobedo documenta, a partir del estudio de cinco edificios modernos de México, la “invisibilización” de los espacios asignados a los trabajos domésticos (en su mayoría realizados por mujeres). Cuestiona las circulaciones excluidas y los pocos metros cuadrados asignados para la estancia de las trabajadoras del hogar (“cuarto de criadas”, como se le conocía antes). Espacios que carecen de privacidad, falta de ventilación, iluminación natural, espacios ubicados en sótanos y adheridos al peor lugar de la casa.

Trabajos como éste inspiran a cuestionar el rol de la arquitectura en la configuración de una sociedad elitista, a reflexionar sobre los fenómenos sociales, económicos, políticos y su impacto (o reflejo) en el diseño de espacios.

No son tiempos para ser indiferentes. Hay campos que recorrer como el diseño de espacios domésticos, exploración de nuevas tipologías de edificios, memoria colectiva y cultura e identidad de las mujeres como paradigma del diseño. Rescatemos las historias de aquellas que han sido olvidadas. Luchemos contra la violencia comunitaria que atenta sobre nuestra seguridad, nuestro derecho a la movilidad, al espacio público seguro, a la ciudad.

Hay que hablar fuerte, tomar postura y colaborar entre nosotras para hacer de nuestra práctica algo más que un brunch con proveedores.

Ana Rebeca Mata es arquitecta y cofundadora de ERRATA. Una versión inicial de este texto se publicó en el No. 250 del suplemento HAUS de Chic Magazine.

¿Temor o indiferencia?

Escrito Por

Ana Rebeca Mata

Fecha

23.mar.20

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