El Congreso de NL le está dando la vuelta a empatar, en lo local, las reformas federales de paridad y violencia política en la Ley Electoral del estado. Urge que se aprueben las reformas en tiempo y forma para que aplique a las elecciones de 2021.
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Después de participar en las elecciones de 2018 como candidata independiente al Congreso local, me han invitado con cierta regularidad a hablar en foros para inspirar a otras mujeres a ingresar en la política.
A niñas pequeñas, chavas de prepa y universitarias les he explicado que mi sueño no era ser candidata independiente, sino patinadora sobre hielo. Motivarlas a perseguir una carrera en la política es una de las cosas que más trabajo me ha costado.
¿Qué hay en ese mundo que les pueda parecer atractivo? Nadie va a aplaudir sus logros, no van a ser respetadas y mucho menos tendrán el camino fácil y, además, la gente va a dudar de sus intenciones al hacer política para ayudar a otras personas —el consejo que muchas veces me callo: “si tienes vocación de servicio, mejor estudia para doctora o maestra”.
Desde hace 64 años tenemos derecho a votar y ser votadas y, sin embargo, seguimos sin que se nos garantice un acceso a la política igual al de los hombres. He visto desfilar por la vida política del país a pocas mujeres protagónicas, los nombres son tan escasos que son icónicos (y no siempre por las mejores razones): “La Maestra” Elba Esther, Beatriz Paredes, Patricia Mercado y Rosario Robles se me vienen a la mente. A nivel local recordamos a Ivonne Álvarez y Margarita Arellanes, ambas famosas por sus corruptelas.
Entonces, ¿para qué queremos que haya mujeres, si la mayoría van a terminar por ser igual que los demás políticos?
Y pues sí, por un tiempo la participación de las mujeres en política sólo diversificó la mediocridad a la que nos tienen acostumbrados. Y no es que las mujeres no tengamos derecho a ser maquiavélicas o a ser humanas y cometer errores, pero tener puras villanas de película de Disney en el panorama político de nuestro país es un retrato muy conveniente para quienes controlan los partidos y los medios; una estrategia muy sofisticada y efectiva —que sigue vigente— para convencernos de que la paridad no vale la pena.
Recientemente me topé a un diputado local saliendo de sesión, me acerqué con él para comentarle sobre la iniciativa de ley de El Futuro Florece, que contempla un esquema para tener alcaldías paritarias, debates en todos los distritos y consecuencias para el voto nulo, entre otras cosas. Nos enredamos en temas reglamentarios, entre ellos la ilegal permanencia de la diputada Karina Barrón al frente de la Comisión de Igualdad de Género en el Congreso. “Para qué quieren paridad las mujeres, si nada más se están peleando entre ellas”, sentenció el diputado. ¿Qué conveniente, no?
Gracias a las reformas de paridad que aplicaron a las elecciones de 2018, tenemos la oportunidad de no tener uno o cinco, sino cientos de referentes de mujeres en los tres niveles de gobierno y con ello dejar de ampliar el espectro de lo mediocre, y así empezar a definir y ejemplificar, en la amplitud que requiere, el ser mujer en la política.
Hoy hay resultados claros de esta reforma: Patricia Mercado y Malú Micher impulsan la agenda progresista en el Senado; Lucía Riojas, Wendy Zuloaga y Tatiana Clouthier lideran conversaciones importantes para todas las mujeres del país y actúan como verdaderos contrapesos en el Congreso federal; y a nivel local, Claudia Tapia, Mariela Saldívar, Ivonne Bustos y María Dolores Cantú pelean en el Congreso de Nuevo León temas que ni los actores políticos más progresistas se habían atrevido a abordar por miedo al escrutinio público.
Sin embargo, no podemos conformarnos con lo que tenemos. Esto no es suficiente.
En la Ley Electoral de Nuevo León y en los lineamientos electorales existen disposiciones para la paridad en el Congreso local, en las candidaturas a presidencias municipales y sus respectivas planillas de ayuntamientos (es decir, regidurías y sindicaturas). Si, en teoría, los partidos políticos postularon de manera paritaria a hombres y mujeres en los municipios, ¿por qué tenemos sólo 10 alcaldesas y no 26?
Por muchos años, los líderes de partidos han utilizado una serie de artimañas a las que legalmente se les llama “violencia política”, una de ellas es postular a mujeres en municipios y distritos donde su partido tiene todas las de perder. Aún peor, cuando teníamos chance de ganar por nuestro talento o cuando llegábamos a vencerlos en las urnas, comenzaron a amedrentarnos, hacernos renunciar al cargo y hasta asesinarnos. Si bien la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y el Código Penal lo contemplan, actualmente no existen lineamientos para prevenir esto en la Ley Electoral. ¿Mejor pedir perdón que pedir permiso?
El Congreso de Nuevo León contaba con un año para empatar las reformas federales; para su conveniencia, se atravesó la contingencia del covid-19, el período se terminó y la votación no ha sucedido. No es la primera vez que caen en desacato, pero esta vez es urgente: antes del 9 de julio debe modificarse la Ley Electoral para que aplique a las elecciones de 2021.
Además de la #ParidadEnTodo, la discusión deberá abordar iniciativas en el tema de las listas plurinominales, modificar los cabildos y el financiamiento público. Pero no hay tiempo para tener una discusión de calidad (tal como lo hicieron en 2017, cuando a última hora nos hacen elegir el menor de los males).
Las personas que estamos viendo este circo desde afuera nos hemos unido para alertar a la sociedad: grupos como la RED Paridad NL, Mujeres+Mujeres, Derecho a Gobernar, Colectivo en Defensa de los Derechos Humanos en NL, ¿Y yo, por qué no?, Social Changing Hub A.C., Ya Basta NL y El Futuro Florece han iniciado distintas campañas para presionar a que se aprueben las reformas en tiempo y forma.
A pesar de que cada presentación es una confrontación personal, me gusta dialogar con niñas y chavas sobre sus aspiraciones políticas. Me hace pensar que el futuro puede ser distinto. A las 21 diputadas de diferentes partidos que conforman la primera legislatura igualitaria en la historia de Nuevo León les hago un llamado: tiren las bardas que otros le han puesto a esas estudiantes y a esas jóvenes para que no crean en la política como una carrera posible.
Paridad, ¿para qué? Para que las niñas puedan aspirar a un lugar en la historia.
Paridad, ¿para qué?
Alejandra del Toro
17.jun.20