El entorno político y mediático de Monterrey se antoja inmejorable para seguir consolidando los intereses inmobiliarios en la post-pandemia: “la ciudad se va a salvar a través de edificios altos”.
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A veces da la impresión de que la prensa publica palabras para cumplir con una cierta cuota de volumen de contenido. Cuando no hay información generada por alguna investigación, la noticia se vuelve una reproducción semi-fiel del “hecho”. Pero cuando ese “hecho” se trata de un discurso político, su simple reproducción sólo ayuda a difundir y distribuir mensajes cuidadosamente elaborados por equipos de comunicación que tienen el propósito de maquillar o magnificar acciones de gobierno. Al no contrastar, cuestionar ni verificar lo que pronuncian políticos o funcionarios públicos en discursos, entrevistas banqueteras o, en este caso, informes de gobierno, la prensa se presta a un juego de plataforma de publicidad gratuita para posicionar mensajes en forma de citas entrecomilladas.
El descaro llega cuando hay indicios de que esos mensajes se distribuyen en periódicos y otros sitios como parte de una estrategia de comunicación y posicionamiento.
La propaganda política disfrazada de noticia circuló los días previos y posteriores al segundo informe de gobierno del alcalde de Monterrey, Adrián de la Garza, a finales de septiembre. El concierto sincronizado de copys se esparció en columnas (como ésta, publicada en El Horizonte) y notas (como ésta, en Reporte Índigo), así como en un par de entrevistas en video —en Reporte Índigo y El Norte— tan similares en forma, fondo y hasta duración que parecen ideados por una misma agencia de publicidad y comunicación.
Al más puro estilo de un comunicado de prensa, involuntaria o voluntariamente los medios dedicaron espacio en papel y en sus versiones web para difundir la serie de logros presumidos por la administración municipal. La distribución de las cifras, frases y programas de gobierno varían de una nota a otra, pero, en esencia, comunican lo mismo: un listado de logros. El armado de este tipo de notas —ya sea por la prisa o por consigna— se alinea más a una estrategia SEO para posicionar keywords en beneficio de la imagen del alcalde que a un ejercicio de contraste o verificación; como lectores, no queda claro cuál es la diferencia entre esto y un desplegado comercial brandeado con la imagen del municipio y el alcalde.
Aunque este vicio no es nuevo en la prensa, hay que enmarcar la difusión de esta información como oportuna y conveniente a las intenciones político-electorales de Adrián de la Garza, pues se da a unas semanas del arranque oficial del periodo de precampaña rumbo al 2021 —y el actual alcalde Monterrey ya había mostrado interés de competir por la gubernatura de Nuevo León.
Para que el maridaje entre política y prensa funcione, se tienen que juntar las ganas de decir algo con las ganas de publicarlo. Y aunque exista una legítima motivación de interés público al difundir lo que dicen los gobernantes que han logrado, la realidad es que la frontera entre pereza periodística e inserción pagada cada vez es más difusa, sobre todo si esos mensajes se reproducen sin filtros.
Esta dinámica no es excluyente. El maridaje entre la prensa, la industria de la construcción y las empresas inmobiliarias resulta casi natural en una ciudad como Monterrey, en donde se han captado alrededor de 70 mil 500 millones de pesos de inversión inmobiliaria en los últimos 5 años, según cifras dadas a conocer por el alcalde en su segundo informe de gobierno. Los patrocinios saltan a la vista en la organización de eventos, charlas y premios en torno al urbanismo y la arquitectura, pero también a través de la publicación de contenido que, una vez más, diluye la frontera entre el entusiasmo editorial genuino por un edificio de usos mixtos y la inserción pagada.
Es muy regiomontano eso de asociar lo nuevo y lo grandote con el “progreso”, de ahí la connotación positiva que se le da en Nuevo León al prefijo macro. No sorprende entonces que genere entusiasmo y orgullo que municipios como Monterrey o San Pedro Garza García se inserten en la carrera continental por la construcción de las torres más altas y más lujosas.
Quizá eso ayude a explicar por qué una primicia inmobiliaria logró atrapar la atención genuina —por no decir “orgánica”— de medios, tanto locales como ajenos a la realidad de Monterrey, durante el segundo informe de gobierno de Adrián de la Garza.
A pesar del esfuerzo por posicionar logros en torno al “empuje y fuerza” o “metodología y estrategia” del alcalde, las finanzas sanas del municipio, la “seriedad” de la administración, la tecnología policiaca, la manera en que se enfrentó el inicio de la pandemia o el programa de bacheo, la atención post-informe se centró en el anuncio de que la Torre Rise (con todo y render incluido) está en etapa de planeación.
Sitios como Sopitas, Quobit, UnoTV o MSN Noticiasreprodujeron la nota (con resultados penosos, como en el caso de Sopitas, con un desconocimiento absoluto de la ciudad): se construirá en Monterrey la segunda torre más alta del continente, noticia que cimbró a la comunidad de entusiastas de los edificios súper altos.
Y pues cómo no. Genera mayor entusiasmo noticioso (del genuino) la modernización y transformación de la ciudad a través de edificios nuevos que están cambiando el “perfil enano” que caracterizó al Monterrey de décadas anteriores, que hablar de la “inteligencia” o la “seriedad” de un gobierno cuyo slogan (“Gobierno en serio”) se usó hasta el cansancio en anuncios y notas informativas.
El alcalde de la ‘regeneración urbana’
En el último tramo de su segundo informe, Adrián de la Garza enfocó su discurso al Desarrollo Urbano, específicamente en la regeneración del Centro de Monterrey y del auge de construcciones verticales en la ciudad. Lo hizo en un tono de bróker o vocero inmobiliario, refiriéndose a algunos edificios por su nombre comercial, respectiva altura o belleza arquitectónica.
Más que un desliz de content marketing oficial, este gesto legitima a los inversionistas inmobiliarios como protagonistas y operadores de la transformación de la ciudad. No sólo eso, valida una narrativa atractiva pero tramposa: que la salvación del centro —y, para el caso, del Área Metropolitana de Monterrey en su conjunto— está en dejar que fluya la inversión para que empresas inmobiliarias construyan hacia arriba, que “densifiquen” verticalmente con edificios que, por lo general, se aíslan de la calle y el espacio público a través de casetas y entradas de estacionamiento.
“Uno de mis grandes orgullos como alcalde”, menciona de la Garza en su informe, “es el renacimiento del Centro de Monterrey. Hemos logrado superar una de las asignaturas pendientes de los gobiernos anteriores: la regeneración del centro de la ciudad, que durante décadas estuvo abandonado”.
Esta regeneración se entiende a través de la construcción de edificios de usos mixtos, es decir: departamentos, área comercial, oficinas y estacionamiento. “Con más de 32 proyectos de desarrollos de usos mixtos, el Centro de Monterrey vive un auge inmobiliario sin precedentes”, presume el alcalde. “Hoy se construyen en el centro de la ciudad 6 mil 900 nuevas ofertas de vivienda para las familias jóvenes que han llegado a vivir en esta zona por sus ventajas de calidad de vida y de transporte”. De fondo, mientras de la Garza lee su informe, aparece brevemente como apoyo visual un video publicado el 19 de septiembre en El Norte: El Monterrey del futuro, un recuento con música electro-optimista de los «32 proyectos de torres de vivienda vertical que cambiarán el rostro de la Ciudad».
Gráfico → El video publicado por El Norte hace un recorrido aéreo y ficticio con renders de cada uno de los 32 proyectos que «cambiarán el rostro de la Ciudad». No queda claro si este recuento, con la ficha técnica básica de cada torre, surgió de un ejercicio editorial sincero o de contenido pagado por las empresas inmobiliarias o forma parte de la estrategia de comunicación del segundo informe de gobierno de Adrián de la Garza.
¿Cuánto cuesta vivir este cambio? Basta hacer una recopilación simple (ver tabla de abajo) de la información disponible en redes sociales y sitios web oficiales de cada uno de los 32 proyectos inmobiliarios que aparecen en el video de El Norte y que el alcalde, Adrián de la Garza, los cita como ejemplos del “auge” en la construcción y regeneración del centro: con datos de precio de entrada o preventa de 19 de los 32 proyectos, quien desee vivir la regeneración del centro tendrá que desembolsar, en promedio, desde (y es importante aclarar que es el precio inicial) 2 millones 223 mil 478 pesos para acomodarse en un departamento de unos 46.8m².
Consultar Tabla → Recopilación de datos disponibles en redes sociales y sitios web oficiales de los 32 proyectos inmobiliarios que aparecen en el video El Monterrey del Futuro (El Norte, 19 de septiembre 2020): 19 de los 32 proyectos tienen información de precio de entrada y m² de los departamentos de 1 recámara.
Este escenario no incluye a las “familias jóvenes” de las que habla el alcalde en su discurso, pues el mercado meta para ese precio de entrada va dirigido a jóvenes estudiantes o profesionistas que pueden acomodarse en un departamento de esas dimensiones con 1 recámara. Las “familias jóvenes” tendrán que buscar departamentos con 2 o 3 recámaras y según un reporte de agosto 2020 de Inmuebles24, «un departamento medio de la Ciudad, con 2 habitaciones y 65m² tiene un precio medio de 3.1 millones. El departamento típico de tres habitaciones y 100m², tiene un precio de 4.5 millones».
Si tomamos como referencia la segmentación de precios que hace Lamudi en su Reporte del Mercado Inmobiliario 2020, los precios de departamentos nuevos en este boom de construcción y regeneración del centro se ubican entre el “Interés Medio” y “Residencial”. Es decir, no se está construyendo oferta de vivienda de interés social en el centro, o por lo menos no figura dentro del discurso mediático y político regiomontano que parece impulsar y aplaudir la proliferación de vivienda para segmentos medio y medio alto.
- Interés Social.Menos de 1mdp
- Interés Medio. Entre 1mdp y 3mdp
- Residencial. Entre 3mdp y 7mdp
- Residencial Plus. Entre 7mdp y 15mdp
- Premium. Más de 15mdp
El alcalde de Monterrey insistió en su informe que «hoy la estrategia de desarrollo urbano consiste en contener el crecimiento de los extremos para impulsar el desarrollo vertical y ordenado», algo que conceptualmente suena bien y hasta necesario, pero que en la práctica opera bajo la lógica del mercado y no del derecho a la vivienda. Se insiste en señalar que el centro de la ciudad estuvo abandonado y en decadencia, y que ahora será salvado por nuevas torres de edificios de usos mixtos que suman metros cuadrados de vivienda para el segmento medio-medio alto. En el discurso y en la práctica, eso de “re-poblar el centro con nuevas familias jóvenes” se parece más a un proceso gradual de expulsión de población y de su sustitución por segmentos sociodemográficos con mayor poder adquisitivo.
Habrá que esperar si el programa recientemente anunciado de “Renacentro”, que contempla implementar un esquema de Zona de desarrollo controlado (ZEDEC) para impulsar la construcción de edificios de altura media (de 4 a 8 niveles, según mencionó Javier Sánchez, director del Implanc), realmente logra abaratar «hasta en un 50 por ciento la oferta de departamentos en el Primero Cuadro de la Ciudad». El problema es que estos planes se siguen quedando a nivel de anuncio y buenas intenciones, pues ni municipio, estado o gobierno federal han mostrado interés por ofrecer vivienda subsidiada o social en los centros urbanos de Nuevo León; esta “labor” queda entonces exclusivamente en manos de inversionistas y empresas privadas que construyen bajo una lógica de mercado, por lo que el precio de entrada para disfrutar de la regeneración del centro comienza en los 2.2mdp en un departamento de 47m² con 1 recámara.
Más allá de que en una ciudad como Monterrey se puede convencer a buena parte de la población de las “bondades” de impulsar un skyline super tall y de llenar el centro con nuevas torres de departamentos (con argumentos estético-arquitectónicos y hasta sociodemográficos), la narrativa inmobiliaria se justifica, además, por un tema de inversión en tiempos de incertidumbre económica por la pandemia. Que se construyan más edificios —independientemente de si serán vendidos, habitados, profundicen un proceso de gentrificación, expulsen población o dañen patrimonio histórico— es un “buen” síntoma para la economía de la ciudad porque atraen inversiones, se generan empleos y la derrama alcanza a llegar a la clase creativa y hasta los medios de comunicación. Y ese discurso es rentable para gobierno, industria de la construcción, empresas inmobiliarias y medios.
Imaginarios de altura
zertuche Fundador y editor de «contextual». Anteriormente fue editor de la revista Residente Monterrey, en su última etapa bajo el lema "Acciones para una ciudad mejor".
04.nov.20