La crisis de agua en NL resume, de manera lamentable, el desdén de actores políticos, sociedad y hasta medios de comunicación para analizar, atender y resolver los problemas impostergables del estado.
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En buena parte del país pero en particular en Nuevo León (y aquí en plena canícula), estamos padeciendo las consecuencias de la irresponsabilidad humana y la inclemencia metereológica. Lo que hoy es urgente y prioritario, ayer fue ignorado y subestimado. Este escenario bien pudo haber sido pronosticado, atendido y resuelto; sin embargo, la crisis del agua refleja lo mucho que nos hace falta exigir como sociedad que autoridades planeen y actúen en el presente para estar preparados en el futuro.
Ese futuro ya nos está llegando y hoy el suministro del agua en NL está a merced de hipotéticas fuertes lluvias que se espera lleguen con la temporada de huracanes en el Atlántico (por cierto, la temporada “comenzó” el 1 de junio). La situación es tan crítica que, a pesar de haber sufrido devastaciones por fenómenos como el Gilberto (1988) o el Alex (2010), la ciudad está ansiosa por la llegada de lluvias torrenciales que ayuden a rellenar las presas de El Cuchillo, La Boca y Cerro Prieto.
A esto parece que se reduce la política hídrica de Nuevo León en pleno 2022: a la espera —y esperanza— de que nos caiga un huracán de esos que nos desbordan cortinas reguladoras de flujo como la Rompepicos. Y eso que Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey (SADM) es considerada «como uno de los dos organismos operadores más eficientes del país».
Por ahora lo que sí se ha desbordado es el cinismo, al grado de echarle la culpa de la crisis a la cancelación de Monterrey VI, proyecto que pretendía trasvasar agua desde la cuenca del Río Pánuco (en los límites de San Luis Potosí y Veracruz) hasta el Área Metropolitana de Monterrey (AMM), esto a través de un acueducto de entre 372 y 502 kilómetros (la longitud varía según la fuente). Gracias a la movilización de activistas y ambientalistas, organismos de la sociedad civil, opositores políticos y hasta de la IP vía el Consejo Cívico, se logró detener el proyecto que impulsó el último gobernador priísta del estado, Rodrigo Medina, tanto por su impacto ambiental como por la opacidad y sospecha fundada de corrupción ligado a la constructora ganadora de la licitación, Grupo HIGA.
No sólo eso, en un arrebato de insensatez (como suele suceder en momentos de desesperación y revanchismo político), han surgido voces que piden investigar a quienes se opusieron e incluso demandan retomar el proyecto: las hay desde posturas oportunistas, como la de Gabriel Quadri; con intención de golpeteo político, como el espectáculo de pena ajena de Karina Barrón con sus pipas y sus videos, o las delirantes propuestas panistas en franca represalia para defender a su Grupo San Nicolás; editorialistas que opinan por opinar, como esta publicada en ABC; y hasta con intrigante línea editorial, como la de Grupo Multimedios persiguiendo fantasmas en las páginas de Milenio, en la pantalla a nivel local a través de Telediario con María Julia Lafuente o a nivel nacional con Azucena Uresti.
En medio de este “debate” forzado, contrasta el tono de la prensa regiomontana que se suma (sin cuestionar) a la cobertura de las voces que quieren resucitar Monterrey VI, en comparación con los ángulos publicados en la prensa potosina y hasta tamaulipeca. Para muestra, El Sol de San Luis le ha dado espacio a investigadores de El Colegio de San Luis (Colsan) que advierten de la inviabilidad del proyecto desde la óptica ambiental, económica, social y cultural. El contraste entre lo que se dice y se publica en NL y SLP sobre la mera idea de este proyecto de trasvase, es tan sólo una advertencia de los probables conflictos que pudieran surgir entre regiones sin agua y los que sí la tienen. Por ello vale la pena rescatar una parte de las conclusiones de los investigadores citados en la prensa potosina, autores del trabajo “Archipiélagos urbanos. El trasvase como dispositivo de la desigualdad hídrica persistente en México”, publicado en 2021 en la revista de difusión científica región y sociedad de El Colegio de Sonora:
«El modelo mercantil-ambiental crea escenarios en los que el trasvase significa un gran negocio, que premia la especulación y el compadrazgo político, que desatiende la protección ambiental entregando al mercado todas las ganancias de la edificación de tales obras. Aumenta la distancia entre quienes tienen agua y los despojados no sólo fuera de la ciudad, sino también dentro de ella. En los casos analizados, todo indica que el agua es para quien más tiene. Sirve para valorizar el capital inmobiliario, fortalecer cadenas industriales de exportación y proporcionar agua doméstica a los fraccionamientos de clases medias y altas. Los que pierden son los agricultores de las zonas de extracción, los pueblos, las rancherías de las cuencas de origen e incluso los habitantes urbanos de colonias modestas y la industria artesanal de las ciudades».
Archipiélagos urbanos. El trasvase como dispositivo de la desigualdad hídrica persistente en México
La intentona por revivir Monterrey VI no es el único símbolo de agandalle regio en medio de la crisis: ahí están los clubes de golf funcionando regularmente, con sus campos inmaculados y greens reverdecidos porque los siguen regando como si nada. Para colmo, al sur de la ciudad en el corredor Estanzuela — Carretera Nacional, una de las zonas más afectadas por la escasez de agua, se ubican no uno ni dos sino tres clubes: Valle Alto, Herradura y, en particular, Las Misiones Club Campestre donde hasta se realizó un torneo a mediados de junio. En este último, vecinos de la zona documentaron el desperdicio de agua (si, regar el pasto para una actividad tan irrelevante como el golf es un desperdicio con o sin crisis de agua), provocando la indignación justificada de habitantes de la zona sur. El irresponsable riego de los campos de golf en medio de la escasez llegó hasta la prensa nacional. Hay que recalcar que esa nota se cubrió fuera de Monterrey, porque a nivel local se sigue tratando al golf como un tema deportivo-social de élites: mientras El Norte publica en portada y en secciones como Local y Opinión notas relacionadas a la crisis del agua en la ciudad, sus suplementos sociales Sierra Madre y La Silla le dedican cada viernes un par de páginas (o más) a la cobertura de “hazañas” sociales y deportivas de golfistas amateur en clubes como el de Las Misiones.
Y si creíamos que mantener campos de golf en perfectas condiciones no era suficiente cinismo en medio de la crisis, el boom del tinaco nos abre otro frente del agandalle regio que se traduce en nuevas formas de acaparamiento del agua según las posibilidades económicas. En contraste con las imágenes de personas que han hecho fila para rellenar cubetas, garrafones y otros envases menores a través de pipas que llevan agua a zonas del área metropolitana donde el suministro sí se ha interrumpido, en municipios como San Pedro Garza García (donde no se han sufrido cortes sustanciales en el suministro) a manera de “prevención” se están instalando tinacos de gran almacenaje en hogares. «Con relación a la viviendas con equipamiento para acumular agua, el municipio de San Pedro lidera en el área metropolitana con 43.87 por ciento de los hogares que cuentan con cisterna, aljibe o tinaco», según publicó Milenio con datos pre-crisis de agua obtenidos del último censo del INEGI.
El Rotoplas ha sustituido a la antena parabólica como nuevo símbolo de estatus en los techos de los hogares regiomontanos.
Al respecto, sorprende por oportuna esta columna de Mario Vázquez Maguirre publicada en El Financiero. El autor lanza preguntas y críticas pertinentes en el tono que le pega al orgullo humanista del regio con recursos:
«A pesar de ser un derecho humano, pareciera que el agua se comienza a percibir como un producto más, y como tal, los valores alrededor del mismo cambian. La expansión de los mercados, y los valores que promueve, en esferas de la vida donde no solía pertenecer, replantean la idea de un derecho (garantizado, “gratuito”, inherente al ser humano, intransferible) y lo empiezan a convertir en algo transferible (vendible), no gratuito (sujeto a oferta y demanda), y no garantizado (debes adquirirlo por tus propios medios)».
Mario Vázquez Maguirre
Tema aparte es el oportunismo de políticos locales que disfrazan de altruismo su cinismo para regalar tinacos, llevar pipas y todo tipo de water merch obviamente brandeados a zonas marginadas estratégicamente ubicadas en sus distritos electorales. Eso sí, la falta de madre nunca ha escaseado entre diputadas, diputados y aspirantes a puestos públicos que sólo “trabajan” para seguir trepando en la escalera política en beneficio propio.
Que una crisis como la del agua haya explotado primero aquí y de esta magnitud, sí que le pega en el orgullo al psique regiomontano. Y la verbalización de esa frustración no pudo tener mejor intérprete: “No los ocupamos, porque aquí sí sacamos debajo de las piedras el agua, el dinero y el orgullo. No ocupamos a nadie los neoloneses”. Esta noción de que Nuevo León se levantó, desarrolló y prosperó industrialmente de la nada sigue tan arraigada que cualquier muestra de "debilidad" ante el país, enfurece. Ojalá esa furia regionalista se quede sólo en palabras, pero esta actitud asoma al talante aislacionista que nos mostró Samuel García durante la campaña (con aquella cruzada frustrada por la independencia fiscal de NL).
En cambio, necesitamos que se trabaje en acciones regionalmente coordinadas y no embroncadas. Que emprendan planes urgentes hoy para mitigar las crisis del mañana, sin trastocar el orden ambiental, cultural, social y económico de regiones que aparentemente cuentan con “superávit de agua”. Que si las y los políticos no pueden “aportar” más que la presencia de su propia imagen, con regalos pseudo altruistas, que no estorben. Que a nivel individual no cunda el pánico egoísta con el acaparamiento de agua con la instalación de tinacos en zonas donde sí llega el agua. Que nuestras autoridades aprendan, por más que les duela en el ego, de buenas prácticas no sólo a nivel internacional, sino nacional (aunque sean enseñanzas de estados gobernados por otro color). Que inviertan en obras que aunque no son tan presumibles para su insta, sí representan profundos cambios de hábitos.
Y que piensen bien cómo administrar la única esperanza que aparentemente tenemos en los próximos meses: la lluvia. Porque si la volvemos a desperdiciar, en una de esas en un futuro la naturaleza —citando a un nuevo clásico— “no manda una chingada” de agua otra vez.
Escasez de agua, abundancia de cinismo
j. zertuche Fundador y editor de «contextual». Anteriormente: Residente Monterrey, en su última etapa bajo el lema “Acciones para una ciudad mejor”.
09.jul.22